lunes, 29 de febrero de 2016

Diez.

- Buen día… -Dijo mientras besaba mi cuello.-
- Mmm… -Me acurruqué.- Era verdad. –Reí.-
- ¿Qué cosa?
- Que estabas acá.
- ¿Molesto?
- No, todo lo contrario. –Lo miré y él sonrió.- Y no digas nada.
- Okei, okei. –Reímos.- ¿Queres desayunar?
- Mmm… Sí.
- ¿Puedo preparar café?
- Sí, dale.

Pedro se levantó a preparar café y yo me vestí.

- Hay galletitas si queres. -Le dije.-
- Dale, ahora llevo.

Volvió a la cama con el desayuno y tomé la taza de café entre mis manos.

- ¿Hoy también vendes?
- Sí… Podes venir si queres.
- Dale, acepto.
- Igual, hoy voy más tarde porque ya está todo armado.
- Yo te acompaño.
-Sonreí.- Gracias.
- Lo hago porque quiero, no es un favor, asique no tenes que agradecer.

Yo sonreí y tomé un poco de mi café.

- Igualmente, podría ir a darme una ducha.
- Podes ducharte acá si queres.
- ¿Con vos? –Yo reí.- Creo que eso es interesante.
- Podes ir a buscarte la ropa y volves.
- ¿Bañado?
- No. ¡Sin bañar!

Y nos miramos por algunos segundos, sin decir nada. Ella agarró una galletita y al comió.

- Si no queres… No me ofendo.
- Obvio que quiero.
-Sonreí.- Entonces quedamos así.

Al rato, él se había ido y yo seguía en mi cama con un pucho entre mis dedos. Tratando de acomodar mi cabeza.

Me daba cuenta que evitarlo sabiendo que estaba acá iba a ser imposible, porque lo único que quería era estar cerca de él… Asique, dejaría que suceda.

(Al menos este fin de semana)

Se había llevado mis llaves, asique cuando volvió entró solo.

- Ah bueno… ¡Cuánta vagancia hay acá!
-Reí.- No puedo levantarme.
- ¿No podes o no queres?
-Bostecé.- No sé…

Pedro no dijo nada y se metió por los pies de la cama, hasta quedar sobre mi cuerpo y besarme.

- ¿Qué se supone que estás haciendo? –Pregunté.-
- Creo que dos más dos es cuatro acá y en la China.
-Reí.- Sos un tarado.
- Un tarado al que volves loco, hacete cargo.
-Volví a reír.- ¿No me estoy haciendo cargo? –Pregunté rodeando su cadera con mis piernas.-
- No sé… -Dijo haciendo presión con su cuerpo sobre el mío.-
- ¿Qué no sabes?
- Nada, cuando te tengo cerca no sé nada.
-Reí.- Creí que me pasaba solo a mí…
- No, nos pasa a los dos.

Sonreímos y dejamos que nuestras bocas se encontraran.

- Igual, creí que habíamos quedado en otra cosa. –Dije provocándolo.-

Él se sentó en la cama, yo seguía enganchada en su cuerpo y nuestras bocas estaban unidas.

Se paró muy torpemente sin soltarme y reímos.

- ¡Qué flojito che! –Dije burlándolo.-
- ¿Flojito yo?
- Mmm… Sí. –Y mordí su labio, tironeándolo.-
- Me parece que sabes muy bien que no lo soy.
- Demostramelo. –Dije provocándolo.-
- ¿Me estás poniendo a prueba?
-Reí.- Puede ser…
- Mucha presión.
- Sé que podes soportarla.

El agua caía con furia sobre nosotros, nuestras bocas no tenían en sus planes desunirse y mi cuerpo estaba muy aferrado al suyo.

-

- Mis rastas se mojaron demasiado. –Dijo con una toalla en su mano.-
- ¿No valió la pena?
-Rio.- Sí… No fue una queja.
- Menos mal. –Me besó y reímos.-
- ¿Queres almorzar?
- Sería interesante. –Reímos.-

Paula se acercó a la cocina y abrió la alacena.

- No hay demasiado para variar. –Rio.- ¿Fideos?
- Dale, acepto. ¿Te ayudo?
- No es muy difícil hacer fideos igual.
-La abracé por la espalda.- Es una excusa para estar cerca tuyo.
-Sonrió.- Tranquilo, no necesitas excusas.

Giró su cabeza y me besó.

- Quiero chaparte todo el día. –Dijo haciendo que se dé vuelta y quede frente a mí.-
- ¿Algo te lo impide?
- Creo que no. –Sonreímos y volvimos a besarnos.- Pero tenemos hambre. –Reímos.-
- Pongo el agua y me seguís chapando. ¿Te parece?
- Me re parece.

Reímos y nos besamos, ella puso a hervir el agua y yo la empujé contra la pared.

- ¿Qué clase de trauma tenes con estamparme contra la pared?
-Reí.- Que no te escapes.
- Mmm… ¿Te gusta tener todo bajo control, no?
- Puede ser.
-Rio y me besó.- Igual me gusta tenerte tan cerca.
- ¿Entonces de que te quejas?
- No fue una queja, fue una pregunta. –Y me tomó por la cintura para besarme.-

-

Después de comer, yo estaba fumando mirando por la ventana y sentí que me abrazó por la espalda.

- ¿No fumas mucho?
- No sé. No me jodas con eso.
- Bueno, está bien.
- Vos fumas también.
-Rio.- Es verdad, no puedo decirte nada.

Se hizo una pausa.

- ¿Por qué empezaste a fumar? –Preguntó.-
- Para calmarme.
- ¿Y te calma?
-Reí.- No sé, dicen que en realidad genera más ansiedad. ¿Vos?
- Porque un día probé y me gustó, esas pelotudeces que hace uno. –Reímos.-
- ¿Pero lo dejarías?
- No sé si podría. –Dijo prendiéndose uno.- ¿Vos?
- No creo poder tampoco. –Reímos.- Lo veo como una autodestrucción también, todos los que fumamos sabemos que nos hace bien y aún así lo seguimos haciendo… Algo de nosotros no nos gusta y tratamos de taparlo con el humo.
- ¿Y qué es eso de vos que tratas de tapar?
- ¿Es necesario decirlo?
- Si queres…

Yo fumé y apagué mi cigarrillo contra el marco de la ventana.

- No poder superar a ese tarado y llenarme de odio, de bronca…
- Un hombre no puede condicionarte así.
-Me encogí de hombros.- Hago lo que puedo.
- ¿O lo que queres?
- Las dos cosas.

Pedro apagó su cigarrillo y tomó mi mano.

- Me gustaría ser otro hombre que cambie tu vida, pero para bien.
-Mordí mi labio, sonriendo.- Algo ya estás cambiando… -Dije casi sin pensarlo.-
- ¿Y eso es bueno o malo?
- Es. –Respondí prendiendo otro cigarrillo.-
- ¿Otro?
- Me pones nerviosa. –Reí y comencé a fumarlo.-




-

Décimo capítulo... Espero que la historia les esté gustando ♥ Y por favor si leen, comenten!

domingo, 28 de febrero de 2016

Nueve.

Volvimos a su casa en la madrugada y la realidad era que aún no podía creer estar junto a ella otra vez.

Habíamos pasado por una rotisería a comprar empanadas y allí estábamos, cenando y juntos.

La ayudé a levantar y las cosas y le propuse:

- ¿Vamos a caminar?
- ¿No hace frío?
- Mmm… Puede ser, pero no me quiero perder que tengamos frío y tengamos que abrazarnos.
-Sonrió.- Creo que me va a explotar la cabeza.
- Capaz es mejor que disfrutes.
-Suspiró.- Puede ser.
- Dale… ¿Vamos?
- Odio que me convenzas con tan solo mirarme.

Yo reí y me puse mi abrigo, ella hizo lo mismo y salimos de su casa.

En la playa, ella iba caminando un poco más adelante, con sus manos en sus bolsillos y sus rastas sueltas.

- Quería que caminemos juntos. –Dije alcanzándola.-
-Rio.- Yo quiero no tener una contradicción tan grande adentro mío.
- ¿Cuál sería esa contradicción?
- Querer estar y no estar acá.
- Mmm… -La abracé por el costado.- Me parece que te enroscas demasiado con cosas simples.
- No es simple esto para mí.
- No te estoy pidiendo que estemos toda la vida juntos, solo este fin de semana.
-Suspiró.- Me odio en este momento.
- ¿Por qué?
- Porque no soporto ser tan histérica.

Yo la besé y la abracé.

- No sos histérica, sos hermosa.
- Mmm…
- En serio. –Besé su cuello y ella escondió su cara en mi pecho.- ¡Dale Rasta loca!
-Rio.- ¿Qué?
- ¡Quiero que sonrías!

Ella rio y se separó un poco de mí.

- Tenía muchas ganas de verte y la paso muy bien con vos, eso no puedo negarlo.
- Entonces… -La besé.- Disfrutemos de que estamos juntos porque a mí me pasa lo mismo. ¿No te parece?
- Sí. –Respondió y me besó.- Pero tengo mucho frío acá, en serio.

La abracé contra mi pecho y ella cerró sus ojos.

- Capaz que esa cabeza llena de rastas no debería impedirte pasar buenos momentos.
- Sufrí mucho y no quiero seguir sufriendo.
- ¿Con qué?
- Estando rodeada de gente.
- ¿Tuviste alguna desilusión amorosa?
- Mmm…
- ¿No era que nunca te habías enamorado?

Ella se separó de mí y se prendió un cigarrillo.

- ¿Queres? –Me ofreció.-
- No, quiero que me respondas.
-Suspiró.- Estuve enamorada, de un pelotudo.
- ¿Y por eso te alejaste?
- Creo.
- ¿Puedo saber qué es lo que pasó?
- Cuernos. ¿Qué va ser?
- ¿Y ahora crees que todos los hombres son iguales?
- Supongo. –Fumó y largó el humo.-
- Que feo ese prejuicio.
-Rio.- Hago lo que puedo.
- A mí me parece que atrás de esa coraza liberal que te armaste, hay un corazón que sufre.

Paula se encogió de hombros y comenzó a caminar en dirección a su casa.

- El que calla otorga.
- No quiero hablar de estas cosas.
- Aunque no las hables, pasan.
- ¿Y?
- ¿Seguís enamorada de él?
- No, creo que nunca fue enamoramiento ni amor. Era idealización, obsesión. Por eso lo odio a él y me odio a mí.
- ¿Y no crees que capaz podrías querer a alguien sanamente?
- Prefiero no exponerme.
- No te expones, pero te quedas sola.
- No me enrosques.
- Quiero enroscarte.
- ¿Por qué sos así?
- Quiero enroscarte a mí. –La besé.-
-Mordió su labio.- Me generas un poco de violencia. –Rio.-
- Hey… ¿Por qué?
- Porque buscas palabritas lindas para disfrazar la realidad que es que me queres garchar.
- ¿Está mal que quiera?
- No, porque yo quiero lo mismo. –Dijo y fumó por última vez, luego tiró el cigarrillo a la arena y lo apagó con su pie.- Pero, las cosas por su nombre. ¿No?
- Estoy enamorado de vos.
- ¿Y eso qué tiene que ver?
- Dijiste que las cosas con su nombre.

Ella suspiró y salimos de la playa. Fuimos en silencio hasta su casa.

Entramos allí y seguíamos en silencio hasta que encontramos nuestras miradas y reímos.

Caminé hacia ella hasta dejarla contra la pared.

- Vas a volverme loca.
- Es linda la locura. –Dije y la besé.-
- ¿Vos decís?
- Yo digo… -Dije aferrándola a mi cuerpo por su cintura.-
- Me estoy muriendo de frío. –Dijo.-
- Mmm… -Besé su cuello.- Capaz yo puedo hacer algo con eso.
- ¿Algo como qué?
- Hacer que la temperatura de tu cuerpo suba.
-Rio.- Me encantas y odio que así sea.
-Mordí su cuello y ella se quejó.- No seas mala.
- Vos no seas malo, eso me dolió.
- Callate un poco. –Y mordí su oreja, ella rio.-
- Hace que me calle entonces.

Busqué sus labios con los míos y la besé, sin dejarla respirar.

- ¿Así o de otro modo queres que te calle?

Ella rio y me besó, tomándome por la nuca.

-

Estaba de nuevo en mi cama y estábamos los dos desnudos otra vez.

Él dormía a mi lado y yo no podía dejar de mirarlo, era tan hermoso que quería morirme allí mismo.

Una y mil veces me había prometido nunca más engancharme con un hombre y ahora estaba enganchada con él y no solo corporalmente.

Cuando lo sentía cerca me sentía bien y aunque quisiera negarlo, era imposible.

- ¿No dormís?
-Reí.- Creo que tengo insomnio fuerte.
- ¿Debido a…?
- A que estás en mi cama.
- ¿Me estás echando?
-Reí.- No, no te estoy echando. –Dije acariciando su pecho con mi mano.-
- Estás helada. –Me dijo.-
- Perdón, es que tengo frío.

Pedro acomodó las mantas sobre mi cuerpo y quedamos los dos acostados, frente a frente.

- No estoy tan segura de poder.
- ¿Poder qué?
- No sé.
- ¿Poder qué? –Repitió.-
- Esto.

Él posó su mano en mi pierna, por debajo de las mantas y yo suspiré.

- Por ahora, no te veo con mucho inconveniente.
-Reí.- Sos un tarado, no hablo de estar acá.
- ¿Hablas de…?
- De lo único que hablo desde que volvimos a vernos.

Subió con su mano por el costado de mi cuerpo hasta mi cara.

- Estás más enroscada que esas rastas.
-Reí.- Espero mañana despertarme mejor, de verdad que quiero disfrutar que estás acá.
- Entonces dormí…
- Está complicado.
- Cerra los ojos.

Yo hice lo que él me pidió y se metió debajo de las mantas, besó mi cuerpo desnudo de punta a punta e hizo que mi cabeza frenara, que pudiera tranquilizarme.

- Gracias. –Susurré.-
- Sh… -Besó mi frente.- Descansa.
- Vos también. –Dije buscando su mano y la tomé.-

sábado, 27 de febrero de 2016

Ocho.

Claramente no me reconocía y no sabía lo que estaba haciendo, pero lo estaba haciendo.

Escuché el timbre y creo que temblé de pies a cabeza e incluso más.

- ¿Pedro? –Pregunté nerviosa.-
- Sí Rastita.

Sonreí y me acerqué a abrir la puerta.

- Hola. –Dije tratando de mostrarme firme.-
- Hola. –Respondió y besó sentidamente mi mejilla, no pude evitar cerrar mis ojos.- ¿Cómo estás?
- No sé. –Reí.- ¿Vos?
- Creo que tampoco. –Reímos.- ¿Me aceptas una caminata por la playa?
- Dale.

Yo busqué una cartera tejida que tenía, me puse un buzo y salí con él. Caminamos en silencio hasta la playa y cruzamos el medano.

Hacía mucho frío y no había nadie.

Caminaba algunos pasos delante de él, simplemente porque no sabía qué decir y me sentía una completa pelotuda.

Me alcanzó y me abrazó por la espalda.

- Tenía muchas ganas de verte. –Besó mi mejilla.-
- Me siento muy rara.
- ¿Por qué?
- Porque no entiendo qué me pasa. ¿Podemos hablar?
- Sí queres…
- Por favor.

Me senté en medio de la playa y prendí un cigarrillo, le ofrecí uno a él y se sentó frente a mí.

- Todavía no entiendo por qué, pero no puedo dejar de pensar en vos. –Dije y fumé.-
- ¿Amor?
- No sé que es el amor. –Dije.- Y tampoco sé si quiero saberlo. –Hice una pausa y fumé otra vez.- ¿Vos sentís amor?
-Fumó haciendo una pausa eterna.- Creo.
- No sé si está bien esto.
- ¿Qué sería esto?
- Estar frente a frente.
- Yo tenía muchas ganas de verte y de verdad.
-Suspiré.- Yo también.

Pedro tomó mi mano y acarició la pulserita.

- O te gustó mucho esa pulserita o…
- ¿O qué?
- No sé, decime vos.
- Te dije que no sé que me pasa.

Y apagué con bronca el cigarrillo en la arena. Pedro hizo lo mismo y sin dejarme reaccionar, sentí sus labios sobre los míos.

- Me moría por besarte. –Susurró.-

Yo no supe como reaccionar y lo abracé, escondiendo mi cara en su hombro. Él también me abrazó.

- Es la primera vez que me siento tan indefensa frente a un hombre. –Suspiré.- Y te lo estoy diciendo de verdad.

Me abrazó más fuerte y besó mi mejilla.

- Nunca te haría mal. –Me dijo.-
- Es que el problema no sos vos, soy yo. –Reí.- Ya sé es una frase hecha, pero es verdad.

Me separé un poco de él y rasqué mi sien.

- Soy yo que no sé cómo se hace esto y que tampoco sé si quiero saberlo.
- ¿Vos me dijiste que había que animarse o flasheo?
-Reí.- Puede ser, no sé… No me acuerdo.
- ¿Pero crees en que hay que animarse?
- Sí.
- ¿Y entonces?
- Me estás enroscando mucho.
- Me gustas mucho Paula. –Me dijo sin rodeos.- Y si no pude dejar de pensarte en estos dos meses es porque es la posta.

Tapé mi cara con mis manos y no pude evitar las lágrimas.

- Me siento una pelotuda y no sé que hacer.

Pedro quitó las manos de mi cara y me tomó por el mentón, para que lo mire.

- Por lo pronto… No llorar. –Reí.- ¿Puedo abrazarte?

Yo asentí con mi cabeza y él me abrazó.

- No sé si debería decírtelo, pero me enamoré de vos. –Dijo en mi oído.- Pero, no quiero hacerte mal.
- No me haces mal, me hace muy bien que me abraces.

Me abrazó más fuerte y dejé caer varias lágrimas.

- ¿Qué te parece si vamos a tu casa? Nos estamos muriendo de frío los dos y así como estás no podemos hacer mucho.
-Reí.- No sé…
- ¿Qué no sabes?
- Nada. –Respondí separándome de él y secando mis lágrimas.- Pero, vamos.

Pedro se levantó y me dio las manos para que me levante también. Fuimos abrazándonos por el costado hasta mi casa y entramos.

- ¿Algo calentito? –Propuse.-
- Dale, pero si dejas de llorar.

Yo reí y preparé dos tazas de café. Nos sentamos en la mesa, frente a frente. Subí mis piernas a la silla y las abracé.

- Tengo miedo. –Confesé.-
- ¿De qué?
- De no poder seguir viviendo como hasta ahora.
- Dicen que en la vida hay que cambiar.
- Yo ya cambié demasiado.
- Dicen que en la vida hay que probar de todo.
-Reí.- ¿Y qué más dicen?

Él rio también y tomó mi mano.

- Tengo muchas ganas de que esa boca esté más cerca de la mía.
-Reí.- No me la estás haciendo muy fácil.
- Creo que si tenemos algunos días para estar juntos podríamos aprovecharlos. ¿No te parece?
- ¿Y después?
- ¿Quién sabe?

Y me robó una sonrisa.

- ¿Venís?
- ¿A dónde? –Pregunté.-
- Conmigo.

Yo suspiré y me paré para luego sentarme sobre sus piernas. Sus manos se apoyaron en mi cintura y las mías en su nuca.

- Me volves loco Rastita.
- Y vos me estás volviendo loca a mí y no sé cuan bueno puede ser eso.
- Mmm... –Me besó.- No sé… -Volví a besarla.- Lo único que sé es que me encantan tus besos.
- A mí también. –Lo besé.-
- No llores. –Dijo y secó mis lágrimas.-
- Me siento una nena de 5 años.
- Que yo sepa, las nenas de 5 años no chapan así. –Reí.- Te saque una sonrisa.
-Sonreí.- Varias desde que llegaste. –Lo besé.-
- Dale, no te preocupes… Disfrutemos.

Yo asentí y lo besé. Él secó mis lágrimas y llenó de besos mi cara.

- Tengo que irme…
- ¿Qué? ¿Ya?
-Reí.- Hay una feria, porque como es finde largo…
- ¿Y ya tenes que irte?
- ¿No queres acompañarme?
- ¿Te gustaría?
- Mmm… Sí.
- Entonces sí, con todo gusto.
- Tengo que ir ahora porque no armé el stand.
- Entonces vamos.
-Sonreí y lo besé.- Me cambio y vengo.
- Dale.

Nos dimos un último beso y me fui a cambiar.

Pasamos la tarde en medio de risas, mates y ventas. Me daba cuenta que tenerlo cerca me hacia bien y no podía negarlo.

viernes, 26 de febrero de 2016

Siete.

Para: Paula Chaves


De:
Pedro Alfonso

Asunto: Algún día.

Fecha: 15-03-16

“Entiendo tu postura y la sé desde el principio, solo sabe que vamos a volver a vernos.”



Me gustaba, pero tampoco podía cambiarla…

¿O sí?

En fin, el tiempo pasó y no volvimos a hablar hasta después de dos meses cuando decidí volver a enviarle un mail.


Para:
Paula Chaves

De: Pedro Alfonso

Asunto: ¿Te acordas de mí Rastita?

Fecha: 18-05-16

“Espero que sí te acuerdes y también espero que sigas teniendo mi pulserita.

También espero que estés bien y espero que este mail no este moleste, es más, espero que te saque una sonrisa.

¿Cómo estás?”


/

Para: Pedro Alfonso

De: Paula Chaves

Asunto: ...

Fecha: 18-05-16

“Wow, me sorprendió recibir un mail tuyo. Hola Pedro. ¿Cómo estás?

Sí, me acuerdo de vos y sigo teniendo tu pulserita.”

/

Para: Paula Chaves

De: Pedro Alfonso

Asunto: No me mandes a la mierda.

Fecha: 18-05-16

“¿Y es bueno o malo que te acuerdes de mí? ¿Soy muy rompe si te pido tu WhatsApp?”

Nunca respondió si era rompe o no, pero al menos me pasó su número.

“Hola Rastita. ¿Cómo estás?”

“Mmm… Sobrellevando el invierno, bien supongo. ¿Vos?”

“Bien, hacia mucho quería hablar con vos.”

“Creo que yo también.”

“¿Y eso que significa?”

“Significa lo que significa.”

“Bueno, bueno… ¿Qué onda tu vida?”

“Jajajaja, esa pregunta es muy trucha.”

“Bueno, perdón. ¿De qué queres hablar?”


Y me mandó una foto de la pulserita en su muñeca.

“No me preguntes por qué, nunca pude sacármela.”

“Quizás yo pueda encontrar un por qué.”

“Reservatelo…”

“Bueno, bueno. Está bien. Te hablaba por algo en particular.”

“¿Por qué?”

“Este finde viajo a la costa.”

“¿Y?”

“¿No vivís más ahí?”

“Jajajaja, sí.”

“Me gustaría verte.”

“¿Para?”

“Porque quiero verte. ¿Está mal?”

“No, no sé…”

“Ahora que tengo tu número tengo como ubicarte. Cuando esté ahí vemos si pinta hacer algo, si queres obvio.”
Y no me respondió más.

Suspiré y terminé de armar el bolso que estaba más lleno de ilusiones que de ropa.

Me acosté porque ya era tarde y debía cursar antes de salir hacia la costa.

La alarma sonó y casi ni había dormido. Okei. Al menos eso me sirvió para poder dormir todo el viaje y no pensar tanto.

“Ya estoy acá…”

“No me presiones, por favor.”

“Perdón, no quiero ponerte incómoda.”

“¿Hasta cuándo te quedas?”

“Martes a la noche.”

“Bueno…”

“¿Me prometes que al menos vas a pensar en la posibilidad de vernos?”

“Sí…”

“Gracias. Ojala la respuesta sea un sí.”

“Sin presiones.”

“Perdón.”

“No pasa nada.”
-

Sentirme tan cerca de la tentación me hacia mal.

En estos dos meses no hubo día en el que no lo haya recordado y eso me angustiaba demasiado, no soportaba el hecho de sentirme atada a algo. No podía, me sentía ahogada. No era para mí.

La noche pasó en medio de puchos, café y un insomnio espantoso.

Mis ojeras también eran espantosas.

¿Qué se supone que tengo que hacer? ¿Verlo otra vez o escapar?

“Antes de que me arrepienta: podemos vernos.”

“¿En dónde y cuándo?”

“No sé, de eso encargate vos. Bastante que te dije que sí.”

“Que dura…”

“¿Vas a organizar algo?”

“Dejalo en mis manos. ¿Seguís viviendo en el departamento?”

“Sí…”

“Mañana te paso a buscar. ¿Queres?”

“Mmm… Bueno.”

“¿Un poco de entusiasmo?”

“Me cuesta esto. Perdón.”

“Me gustaría verte con la misma sonrisa con la que te conocí.”

“Pasa que a veces hay situaciones que nos roban las sonrisas.”

“¿Estás segura de que queres verme?”

“No, pero prefiero hacerlo para sacarme las dudas que me carcomen la mente.”

jueves, 25 de febrero de 2016

Seis.

Para: Paula Chaves

De: Pedro Alfonso

Asunto: Hola Rastita.

Fecha: 15-03-16


“Hola Rastista, soy Pedro y no sé muy bien qué hago escribiéndote… Solo sé que no aguantaba más tiempo sin hacerlo.

(Te robé una tarjetita y por eso tengo tu mail, perdón)

Probablemente tu mente loca y liberal ya se haya olvidado de mí, pero la mía no. Algo tenes que me volvió loco y no puedo dejar de pensarte, no puedo dejar de preguntarme por qué tuve que conocerte el último día, por qué si estuvimos todo el verano en el mismo lugar tuvimos que encontrarnos la última noche.

Me faltó tiempo, me faltaron tardes y noches con vos. Me quedé con ganas de más porque me gustaste demasiado. No fuiste solo un juguete para mí.

Y no, no entiendo como se me pasa todo esto por el cuerpo si solo pasamos un día juntos, pero… Me pasa y no lo puedo evitar.

Espero que me respondas, aunque sea con una puteada.

Un beso Rastita.”


Suspiré y dejé mi celular en la mesita de luz, al menos lo había hecho.

-

Mi celular sonó y me sacó la atención del cigarrillo que estaba disfrutando en aquel entonces.

Un mail, creí que iba a ser de laburo, pero cuando leí “Rastista” ya supe quién era.

Suspiré y dejé caer mi cuerpo en la cama, inhalé el pucho una vez y abrí el mail, quitando los restos de humo de mi cuerpo.

Claramente la vida me quería poner en una situación jodida.

Apagué el cigarrillo contra el cenicero y me dispuse a responderle, sin saber muy bien qué decirle.

Para: Pedro Alfonso

De: Paula Chaves

Asunto: Hola.

Fecha: 15-03-16


“Hola Pedro, no hacía falta que aclares, cuando leí Rastita supe que eras vos… Aunque te parezca raro, nadie me dice así.


Y yo tampoco sé muy bien qué hago respondiéndote.

(No voy a enojarme porque me robaste la tarjeta, tranquilo. Ja.)

Por alguna extraña razón que no logro terminar de comprender mi cabeza “loca y liberal” no pudo olvidarte tampoco. ¿Qué hiciste conmigo nene? ¡Por favor!

Y no te rías porque es serio, al día siguiente suelo ni acordarme de la cara del flaco que estuvo en mi cama… Y quizás la diferencia radique en eso, vos no solo pasaste por mi cama.

Los cigarrillos no me tranquilizan y caminar por la playa tampoco.

Escribirte menos que menos.”

/


Para:
Paula Chaves

De: Pedro Alfonso

Asunto: Perdón el romanticismo.

Fecha: 15-03-16


“Sinceramente escribí sin ilusión de esperar una respuesta, pero no sé si es bueno o malo que me hayas respondido.

Me gustaría estar ahí para tranquilizarte y ya sé que suena asquerosamente romántico, pero quisiera volver a sentir tu cuerpo cerca del mío y no solo para lo que pensas. (aunque para eso también)

La pasé muy bien con vos, de verdad. Ojala la vida nos dé la oportunidad de seguir conociéndonos.”


/


Para: Pedro Alfonso

De: Paula Chaves

Asunto: Te perdono el romanticismo, no te perdono el que no salgas de mi cabeza.

Fecha: 15-03-16


“A pesar de que fue poco tiempo creo que te diste cuenta de cómo soy. No sirvo para tener una relación estable con nadie y no es porque seas vos, es porque no puedo.

Ya sé que lo que me decís no significa noviazgo ni casamiento, pero elijo no tener relaciones estables con nadie porque sé que no lo soportaría y eso lastimaría al otro.

Más que por mí, es por vos.

Me caíste muy bien, la pasé muy bien con vos, pero fue solo eso. Ya está.

Ojala puedas encontrar a esa mujer que tanto deseas.

(Encontré tu pulserita caída debajo de mi mesita de luz, puedo mandártela.)”


/

Para: Paula Chaves

De: Pedro Alfonso

Asunto: ¿Y si sos vos?

Fecha: 15-03-16


“¿Y si esa mujer sos vos? ¿Y si quiero arriesgarme? ¿Y si no me importa terminar lastimado? ¿Si elijo jugármela?

La pasé increíble con vos y me muero porque se repita.

Ojala esa mujer que tanto deseo seas vos.

(Te regalo la pulserita).”


/

Para: Pedro Alfonso

De: Paula Chaves

Asunto: No puedo serlo.

Fecha: 15-03-16


“Yo no puedo ser la mujer de nadie, porque no quiero serlo, porque no sé serlo.

De verdad, sacame de tu cabeza porque vas a enroscarte en vano Pedro.

No puedo ser la mujer de nadie, mucho menos una mujer que cumpla los deseos de un hombre tan tradicional como vos. No tomes esto como un palo, es solo la realidad.

Somos muy distintos, tan distintos que ni siquiera podríamos intentarlo.

(Que me regales tu pulsera es bastante manipulador, quiero que lo sepas. Igual, acepto tu regalo.)”


/

Para: Paula Chaves

De: Pedro Alfonso

Asunto: Nunca digas nunca.

Fecha: 15-03-16


“A mí me enseñaron que cuando alguien quiere algo, hay que insistir y arriesgarse… Sin arriesgarse no llegaríamos a nada. Mirate vos, si no te animabas a romper con esas estructuras, no estarías viviendo así.

Además… Dicen que los opuestos se atraen.

(Gracias por aceptarlo, quiero que tengas algo mío. Es solo eso.)”


/

Para: Pedro Alfonso

De: Paula Chaves

Asunto: En este caso es nunca.

Fecha: 15-03-16


“No te ilusiones con algo que nunca va a ser… Aprende que en la vida no siempre las cosas son como vos queres. Aprende a aceptar.

De verdad te deseo que encuentres a esa mujer y puedas ser feliz, pero esta es la última vez que vamos a hablar.

Gracias por el día que pasamos juntos, probablemente nunca lo olvide. (Y gracias por la pulsera también).”

miércoles, 24 de febrero de 2016

Cinco.

Esa tarde estaba lloviznando y la playa se había vaciado.

Nunca entendía por qué le escapaban a un poco de agua.

En fin… Problema de ellos. Yo caminaba por la orilla del mar con mis auriculares puestos, tratando de encontrar un poco de paz… Toda esa que siempre tenía y Pedro me había quitado.

Se había ido hacia tres días y no podía dejar de pensar en él.

Claramente odiaba la situación.

¿Qué haces pensando en el pibe que te garchaste el fin de semana? ¡Paula, por favor!


Avanzo y escribo… Decido un camino.
Las ganas que quedan se marchan con vos.
Se apaga el deseo, ya no me entre veo y hablar es lo que se me va mejor.
Con los ojos no te veo, sé que se me viene el mareo.
Y es entonces cuando quiero salir a caminar…
Con los ojos no te veo, sé que se me viene el mareo.
Y es entonces cuando quiero salir a caminar…
El aire me ciega, hay vidrio en la arena. Ya no me da pena, dejarte un adiós.
Así son las cosas, amargas borrosas, son fotos veladas de un tiempo mejor.”


Puse mis manos en los bolsillos de mi camperita y suspiré profundo para, luego, patear con bronca el agua que venía con aquella ola.

-

Mi cama estaba muy cómoda y los apuntes que estaban sobre el escritorio eran demasiados… No entendía qué necesidad de tanto si recién habían pasado tres días. ¡Piedad, por favor!

En realidad, la cama era una excusa.

Si quería, podría levantarme…

Lo que no podía era dejar de pensar en Paula.

Me estaba por volver loco. ¿Por qué me había gustado tanto? Solo había pasado un día con ella… ¡Un día!

No podía ser real.

Me levanté de la cama con bronca, abrí mi resaltador nuevo de color verde y comencé a leer la primera fotocopia.

De alguna manera debía mantenerme ocupado.

-

La llovizna se convirtió en tormenta y volví corriendo a mi casa, no por miedo al agua sino a la actividad eléctrica.

Estaba empapada y muerta de frío, asique me dí una ducha caliente y luego me preparé un té para sentarme en la cama y revisar mi teléfono.

Sentada allí, observé el suelo y vi una pulserita de plata tirada casi debajo de mi mesita de luz.

Me acerqué a ella y corroboré lo que estaba pensando, era de Pedro. Suspiré y el dí un beso, sintiéndome la más idiota del universo.

La enganché en mi muñeca sin saber muy bien por qué y me dejé caer sobre el colchón.

¿Qué tenía ese chico de especial?

-

Puse la radio porque la realidad era que me estaba durmiendo y me preparé un café.


Y a cada paso sientes otro deja vu...
Similitudes que soñas, lugares que no existen, pero vuelves a pasar.
Errores ópticos del tiempo y de la luz.
Tanto pediste retener ese momento de placer,
Antes de que sea tarde.
Vuelve la misma sensación, esta canción ya se escribió hasta el mínimo detalle.
Mira el reloj, se derritió, rebobinando hacia adelante te alcanzó.
Ecos de antes rebotando en la quietud.
Todo es mentira, ya verás. 
La poesía es la única verdad.
Sacar belleza de este caos es virtud.”


UN DEJA VU CON VOS.

El resaltador otra vez en mi mano, la radio de fondo y los apuntes ante mis ojos.

Triste.


-


Abandoné la cama y me acerqué a la ventana para ver la lluvia caer por la ventana.

Subí mis piernas a la silla y prendí un cigarrillo.

La lluvia me generaba melancolía desde que tenía uso de razón… Melancolía no sé de qué.

Siempre sentía que algo me faltaba y creo que me angustiaba por ese algo que no logro descifrar qué es.

El timbre me sacó de mis pensamientos y fui a abrir.

- ¿Quién es?
- Teo gorda. ¿Me abrís?
- Ahí va.

Abrí la puerta y saludé a Teo. Era como mi hermano.

- ¿Estás ocupada o puedo pasar?
- Siempre podes pasar vos, entra dale.
- Es que si seguía hasta mi casa iba a llevarme el agua.
-Reí.- Pasa tranquilo.

Entramos en mi casa y le ofrecí una toalla.

- ¿Queres tomar algo?
- ¿Café?
- Dale, ahora preparo.

Preparé café para los dos y nos sentamos en la mesa.

Las tazas estaban vacías y yo me sentía como ida.

- ¿Estás bien Pau?
- Sí. ¿Por?
- Te noto rara, estás como distraída.

- No me pasa nada. –Dije acomodando mis rastas.-
- Mentime, total te conozco.
- Nada que ver.
- Tus ojos son muy trasparentes.
-Suspiré.- No pasa nada, solo tengo un poco de sueño.
- Mmm…
- ¡Basta nene! –Le pegué en el hombro.-
- Okei, okei. Ya te lo voy a sacar.

Revoleé mis ojos y levanté las tazas para llevarlas a la cocina.

-

Llevaba leídas exactamente 57 páginas cuando mi cabeza dijo basta.

Dejé todo sobre el escritorio y me dirigí hasta la cocina, mis viejos no estaban y me moría de hambre, asique me preparé un tostado con un jugo de naranja y volví a mi cuarto.

La tarjetita de Paula estaba sobre mi mesita de luz y trataba de no mirarla, de hacerme el pelotudo...

-

Sabía que hablarle iba a ser en vano, si ella no quería nada.

Hice zapping por los mil millones de canales sin encontrar ningún programa que lograra distraerme.

Hablé un rato con una amiga por WhatsApp.

Me bañé.

Cené con mis viejos.

Preparé las cosas para la universidad al día siguiente.

Y ahí estaba, otra vez frente a mi celular y a la tarjeta de Rastita.

-

La noche cayó y yo estaba sola otra vez, con un atado de cigarrillos vacío al lado mío y un cenicero repleto.

Mis ojos estaban llenos de lágrimas y no entendía la razón.

Quería respirar tranquila y no podía.

-

Creo que pasé cerca de media hora dudando, hasta que me decidí.




-

Se separaron... Y ahora veremos cómo siguen !

El mareo - Gustavo Cerati / Bajo fondo:
https://www.youtube.com/watch?v=NnFidFbwQSA
Deja vu - Gustavo Cerati: https://www.youtube.com/watch?v=4o6CS_P8HTc


martes, 23 de febrero de 2016

Cuatro.

- ¿No era que tenías sueño? –Pregunté a su lado, la sábana cubría nuestros cuerpos desnudos.-
-Rio.- Vos mismo dijiste que las oportunidades se dan una sola vez.
-Acaricié su espalda.- Ahora podes dormir si queres.
- ¿Vas a irte?
- Puedo avisarte antes.
- Mmm… Sí.
-Sonreí.- ¿Eso quiere decir que te gusté al menos un poquito?
- No hubiese vuelto a coger con vos… Pensa un poco.
-Reí.- Está bien, está bien. No te enojes. –Besé su hombro.- Dormí.
- Vos también.

Cerró sus ojos y a los pocos minutos se quedó dormida.

Yo estaba acostado a su lado, sosteniendo mi cabeza con mi brazo y recorriendo su piel con mi otra mano.

Seguía sin saber qué, pero algo de ella me encantaba y no me agradaba la idea de no verla nunca más.

Levanté mi vista y vi sobre la mesita de luz un pilón de tarjetitas… Tomé una entre mis manos y sonreí, era lo que necesitaba. La guardé en el bolsillo de mi pantalón y volví mi vista a ella.

Habían pasado varias horas, asique me vestí y me levanté para preparar un desayuno, con cuidado de no despertarla.

Preparé dos tazas de café con unas galletitas que encontré en su alacena. Dejé las cosas en su mesita de luz y me arrodillé en el suelo, frente a ella.

Acaricié con mis dedos su cuello y su mejilla. Paula se movió y yo reí.

- Buen día. –Dije.-
- Mmm… Hola. –Dijo refregando sus ojos.- No creí que seguías acá.
- Me dijiste que no me vaya sin avisar.
- Pero los hombres nunca cumplen su palabra.
- Apa, qué prejuicio feo.
- No es prejuicio, es algo que comprobé con el paso del tiempo.
- Bueno, entonces capaz yo sea la excepción que confirma la regla.  –Ella rio.- Traje algo para desayunar, espero que no te moleste.
- No, no me molesta. –Dijo alcanzando su remera.-
- Bueno, mejor.

Ella sonrió y se puso su remera. Se sentó en la cama y yo me senté frente a ella.

- Que paja volver a la vida mañana. –Dije suspirando.-
- Vos decidís vivir esa vida.
- ¿Yo?
- Y sí Pedro. Es tu vida.
- Pero no sé cuánto decido yo de esa vida…
- Capaz es algo que tengas que plantearte.
- No todos podemos ser tan liberales como vos.
-Rio.- No te digo eso, solo te digo que te animes a plantearlo.
 Sí, puede ser…
- Fijate, no sé.

Se encogió de hombros y tomó un poco de su café.

- ¿A qué hora tenes que irte?
- A las cuatro.
- ¿Te animas a acompañarme a la playa? Necesito aprovechar los últimos días de turismo para vender… Igual, si no queres no…
-La interrumpí.- Me encantaría.

Paula sonrió y yo la besé.

- Te estás yendo al carajo. –Dijo.-
- Me dijiste que te gusta, no te quejes. –Y volví a besarla.-
- Mejor me cambio. –Dijo esquivándome.-
- ¿Siempre esquivas o que te gusta?
- ¿Quién esquiva?
- ¡Vos!
- Mmm… Flasheas cualquiera.
- Sé que no.
- ¿Lees mentes y no sabía?
- No me hubieses invitado a vender con vos.
- Si no queres venir no pasa nada eh.
- Si que quiero ir.
- Entonces tengo que cambiarme.
- Okei, okei. Te espero en la playa.
- Dale.

Salí de su departamento y crucé a la playa, me quedé esperándola en un médano.

¿Por qué la había encontrado el último día?

No quería irme.

 -

No entendía muy bien mis reacciones ante él, pero fiel a mi personalidad, no iba a enroscarme.

Me cambié, me lavé los dientes, me puse un poco de protector solar y busqué mis cosas: el celular, la mercadería, la billetera y las tarjetitas.

Crucé a la playa y lo busqué a Pedro.

- ¿Vamos? –Le pregunté.-
- Dale.

Comenzamos a caminar, él detrás de mí y así pasamos el resto del tiempo.

Él me acompañaba y en los tramos que nadie se acercaba, nos mirábamos, reíamos, charlábamos y me robaba besos.

Un poco antes de las tres tarde, volvimos a mi casa.

- ¿Algo de tomar? –Pregunté.-
- ¿Algo fresco?
- Dale.

Serví dos vasos de gaseosa y le ofrecí uno.

- ¿Vendiste bien? –Preguntó.-
- Sí. ¿Qué se yo? –Reí.- Vendí… Quedan algunos días más de movida igual.
- ¿En el invierno no te aburrís?
-Reí.- No, aprovecho para hacer cosas… Después en el verano no me da el tiempo de producir tanto.
- Ah… Claro.

Y en ese momento se hizo un silencio.

Yo acomodé mis rastas en una especie de rodete y fui a dejar los vasos a la cocina.

Pedro me sorprendió abrazándome por la espalda y suspiré.

- Creo que nos merecemos una buena despedida. –Dijo acariciando mi panza.-
- ¿No te cansas nunca?
- No. –Mordió mi oreja.- Menos con vos.
- Me conoces hace un día.
- ¿Y?
- Y eso…
- ¿Eso qué?
-Rio.- Que la pasé muy bien con vos… -Dijo recorriendo con besos mi hombro.- Y que quiero despedirme.
- ¿Y yo no puedo negarme?
- ¿Queres negarte?
- Mmm… No.

Lo sentí sonreí e hizo que dé media vuelta, me trabó contra la mesada y me besó. Yo posé mis manos sobre la mesada, para sentarme sobre ella y capturar con mis piernas sus caderas.

Llevé mis manos a su nuca e hice que nuestras lenguas se encuentren aún más.

- Qué lastima saber que vamos a estar tan lejos. –Dijo sin dejar de besarme.-
-Reí.- Disfruta ahora… -Mordió mi labio.- ¿No te parece?
- En eso tenes razón.

Volvimos a unir nuestros labios y sentí sus manos deslizarse por mi espalda, hasta que me obligó a subir mis brazos y me dejó desnuda de la cintura para arriba.

Lo tomé por la nuca y lo obligué a introducirse allí con su lengua, lo cual hizo a la perfección.

Quité su remera y su pantalón, para dejarlo caer al suelo y acercarlo aún más a mí.

- Se siente demasiado bien. –Dije rozando sus labios con los míos.-
- Así se va a sentir mejor.

Dijo y me hizo bajar de la mesada para quitar mi pollera, volvió a sentarme allí y presionó su pelvis con la mía.

- Creo que tenías razón. –Dije recorriendo su espalda con mis manos y sintiendo como la temperatura de mi cuerpo comenzaba a llegar a las nubes.-
- No te mentiría.


Reímos y volvimos a besarnos. Mis dedos se clavaron a los costados de su cuerpo y también quité su boxer, sin dejar de besarlo lo volví loco con mis manos y él hizo lo mismo con sus dedos.

Sentí que corrió mi ropa interior hacia un lado y sin previo aviso, lo sentí dentro. Me aferré a su nuca, dejando que mis uñas se claven en su piel y él comenzó a moverse.

Sus manos me sostenían con fuerza por mis omoplatos y ambos expresábamos el placer en el oído del otro.

Sin lugar a dudas, había sido el mejor hombre que probé en mi vida.





-

¡Cuarto capítulo y todo lo que falta! Me copa que les guste y les parezca bien distinta, porque era la idea ;)



lunes, 22 de febrero de 2016

Tres.

Continuábamos allí, acostados en la arena sin que nos importe más.

- ¿Y amigos no tenes? –Le pregunté.-
- Sí, obvio que tengo.
- ¿Y qué onda?
- ¿Qué onda con qué?
- ¿No es que no podes atarte a la gente?
-Rio.- Tengo amigos que me entienden o que son igual que yo.

Se dio vuelta, quedando acostada pero sosteniendo el torso con sus brazos sobre la arena.

- Igual, soy de la misma especie que vos eh. –Dijo riendo.-
- ¿Por qué me decís eso? –Reí.-
- Me estás analizando como si fuese un bicho raro.
- No, no lo tomes así. Es solo que me gusta ver como vive otra gente.
- Bueno, yo vivo así. Sin reglas.
- Rebelde.
- Independiente. –Sentenció y suspiró.-

Yo me acerqué a ella y terminé sobre su cuerpo.

- ¿Qué haces? –Preguntó sin haber cambiado de posición.-
-Besé su cuello.- ¿No es que te gusta disfrutar?
- Ponele.
- Bueno, entonces no te quejes.

Y llené de besos su cuello y su nuca. Ella se acostó, apoyando su cabeza en sus brazos y pasé un largo rato llenándola de besos y masajes.

- Mmm… -Suspiró.- Te invito un café. ¿Aceptas?
- Con mucho gusto.

Me levanté y le dí la mano para ayudarla a que se levante también, sacudimos la arena que teníamos encima y comenzamos a caminar rumbo a su departamento.

- ¿Qué fue eso de recién? –Preguntó.-
- Que sos muy linda.
-Rio.- Cheto y chamullero. Okei. –Dijo abriendo la puerta.-
- ¿Me vas a decir que no te gustó? –Pregunté cerrando la puerta.-
- ¿Cuántas de azúcar para el café?
- Cambiame de tema no más. –Rio.- Dos.
- Ahora preparo.
- ¿Te ayudo?
- No, no te preocupes.

Paula preparó dos tazas de café y nos sentamos en la mesita que había allí, era pequeña y estaba contra la pared. Estábamos enfrentados.

- ¿A qué hora tenes que volverte?
- A la tarde, no te preocupes que recién son las 9 de la mañana.
-Rio.- Se nos hizo un poco tarde…
- O un poco temprano, depende como lo mires.
-Rio.- Tenes razón. –Y tomó un poco de su café.-
- ¿De verdad no pensas en formar una familia?
- ¿Tan rara soy che?
-Reí.- Atípica.
- Bueno, lo seré entonces. –Dijo tomando la taza de café entre sus manos.- ¿Por qué tenemos que ser todos iguales?
- Está bien, nadie dijo eso.

Ella se encogió de hombros y se fue hacia donde estaba su cama.

- ¿Te enojaste? –Le pregunté.-
- No, tengo frío nada más.

Y se puso una camperita.

- Recién te conozco como para enojarme con vos. –Me dijo sentándose otra vez.- Pero, quiero que me cuentes algo de vos… Porque me parecías interesante y lo único que haces es preguntar.
-Reí.- ¿Qué queres saber?
- ¿Alguna vez te enamoraste?
- No. –Dije probando por primera vez el café.-
- ¿Y te gustaría enamorarte?
- Dicen que en la vida hay que probar todo.
-Rio.- ¿Pero te gustaría?
- Sí, me gustaría conocer a la mujer de mi vida.
- Uy, qué idealizador.
-Reí.- Bueno… Así pienso yo. ¿Está mal?
- No, obvio que no.
- ¿Vos nunca te enamoraste?
- No y espero no hacerlo nunca.
- Que dura.
-Rio.- Estoy bien así.
- ¿Puedo preguntarte algo?
- Sí…
- Como me dijiste que lo único que hago es preguntar.
-Rio.- Preguntame.
- ¿No te gustaría tener a alguien que todos los días te pregunte cómo estás?
- No, es para bardo eso.
- Sí, a veces sí… -Tomé un poco de café.- Igual, sigo pensando en encontrar a una mujer que me haga feliz.
- Bueno, está bien. Cada uno en la vida puede tener el proyecto que quiera. ¿No?
- Sí…

Terminamos nuestros cafés y estábamos en silencio.

- Pero a veces, no todos son proyectos. –Le dije.-
- ¿Eh?
- Que a veces podemos concentrarnos en el ahora.
- ¿Y eso viene a qué…?
- A esto.

Me paré sin pensarlo demasiado y la tomé por la cintura, haciendo que se pare ella también y la besé. Ella rio y me tomó por el cuello, intensificando aquel beso.

- ¿Te das cuenta que sos muy linda, no?
-Se encogió de hombros.- No le doy mucha pelota a eso, estoy así no más y nunca me maquillo.
- Sos hermosa al natural entonces.

Y se le escapó una sonrisa.

- ¿A qué queres llegar? –Me preguntó.-
- A tu boca. –Y volví a besarla.-
- Te pregunto en serio.
- Relajate. –Dije tomándola por los brazos.-
- Estoy relajada.
- ¿Sí?
-Rio.- Sí… Ningún hombre me pone nerviosa.
- Ah bueno, perdón señorita. –Reímos y la besé.-
- ¿Me vas a boludear mucho tiempo más?
- ¿Por qué?
- Porque me estás boludeando.
- Mmm… No. –Y volví a besar sus labios.- Te estoy besando.
- Sí, de eso también me doy cuenta eh. –Reímos.-
- ¿Te molesta?
- No…
- Entonces deja de interrumpirme.

Ella rio y la besé para llevarla contra la pared otra vez.

- Uno no tiene la posibilidad de estar con mujeres tan lindas todos los días.
-Rio.- Dale, eso se lo decís a todas. ¿No?
- ¿Te importa lo que hice con el resto?
- No sé, pero vos también preguntaste.
- ¿Y si mejor dejamos de hablar?
- Mmm… No sé.

Se encogió de hombros y volvimos a besarnos.

- Tengo sueño. –Dijo separándose de mí.-
- ¿Eso que quiere decir?
- Que tengo sueño. –Reí.-
- ¿Es una invitación?
- Ah bueno, a vos cualquier colectivo te deja bien.
-Reí.- Me gustó dormir un ratito con vos hoy…
-Se encogió de hombros.- No sé, hace lo que quieras.

Ella se acercó a su cama, se quedó en ropa interior y se metió debajo de las sábanas.

No sabía qué, pero algo me atraía de ella.

Me quedé en boxer y me metí en la cama con ella.

- Dicen que las oportunidades se dan una sola vez en la vida.
-Rio.- ¿Por qué sos tan chamullero?
- ¿Puedo quedarme?
- Si queres…
- Sí que quiero.
- Entonces quedate.

Se acomodó dándome la espalda y suspiré.

Besé desde su cintura hasta su nuca y ella sonreía.

- No suelo encamarme con tipos tan tiernos. –Dijo.-
- ¿Y eso es bueno o malo?
- Eso es que sos tierno. ¡Deja de querer buscar dobles intenciones!
-Reí.- Okei, okei. –Besé su mejilla.-

Paula se dio vuelta y quedó frente a mí.

- Tampoco recuerdo alguno que haya sido así de lindo.
-Posé mi mano en su cintura.- Me estás volviendo loco.
- Yo estoy acá, vos podes hacer lo que quieras.
- ¿Lo que quiera?
- Ajam…

Yo sonreí y me tiré sobre su cuerpo, para besarla como si aquel beso fuese el último de mi vida.

- Rápida reacción. -Dijo.-

Yo reí y deslicé mi mano por su entrepierna…




-

Espero que les guste y estoy ansiosa porque lean esta novela, jaja!

domingo, 21 de febrero de 2016

Dos.

La mañana estaba cubierta, el cielo gris reflejaba el dejo de melancolía que tenía en el alma. Melancolía que me acompañaba siempre.

Estaba sentada sobre la arena algo fría, con una pollera larga estampada y la misma remera que había llevado al boliche.

Él estaba sentado delante de mí, jugando con la arena.

El viento pegaba con fuerza sobre nuestros cuerpos y al menos a simple vista, estábamos solos.

Mi cabeza estaba a punto de estallar. Siempre era igual.

- ¿Vos sos de acá? –Me preguntó.-
- No, pero casi.
-Rio.- ¿Cómo sería eso?
- No soy de acá, pero vivo acá.
- ¿Por?
- Elección de vida.
- Wow… ¿No sos muy chica para decidir esas cosas?
- ¿Hay edad para decidir?
- No, no sé.
- ¿Cuántos años pensas que tengo?
- 20.
-Reí.- Tengo 25.
- ¿Me jodes?
- No. –Reímos.- ¿Vos?
- 23.
- ¿Y qué haces acá?
- Vine de vacaciones solo… Llegué hace dos meses y me voy mañana.
- ¿Y para qué viniste?
- En busca de un poco de libertad.
- ¿Y la encontraste?
- Eso creo… -Reímos.- ¿Vos? ¿Por qué viniste?
- Por algo parecido, pero un poco más profundo.
- ¿Puedo saber cómo sería eso?

Yo busqué los cigarrillos en mi bolsito.

- ¿Queres? –Le ofrecí uno.-

Pedro tomó el cigarrillo entre sus dedos y prendí ambos.

Inhalé una vez ese humo tan placentero y lo despedí de mi cuerpo con mucha tranquilidad.

- ¿Tenes tiempo? –Le pregunté.-
- Sí…
- ¿No te ibas?
- A la tarde.
- Mmm… Bueno. –Suspiré y repetí la acción con el cigarrillo.- Mira que es largo posta.
- Habla mujer.
-Reí y moví mi cigarrillo para que despedida las cenizas, Pedro llevó el cigarrillo a sus labios.- Viví toda mi vida en la ciudad, siempre me sentí atosigada pero creí que era lo normal… Soy hija única y mis viejos me daban todo lo que pedía y cuando digo todo, es todo eh. –Fumé otra vez.- Y ese tener todo me aburrió… Aún así, no me animaba a desprenderme de aquella vida. Empecé la universidad y descubrí un universo por demás aburrido. –Reímos.- Nunca me gustó la carrera que había arrancado.
- ¿Qué estudiabas?
- Publicidad y Marketing. ¡Todo lo opuesto a lo que soy hoy! –Reí y fumé otra vez.- Creo que sumergirme en la realidad del mundo consumista me hizo un click.
- ¿Y por eso te viniste?
- No, por otra cosa.

Le mostré una cicatriz en mi pie y volví a deprender las cenizas de mi cigarrillo.

- Estuve secuestrada casi una semana, esa es una cicatriz de bala. –Hice una pausa y fumé otra vez.- Le quisieron sacar todo a mis viejos y te juro que vi tan de cerca la muerte que me dí cuenta que no tenía que perder más tiempo.

Fumé por última vez y apagué mi cigarrillo contra la arena.

- Me sentía así de apagada. –Dije presionando con fuerza el cigarrillo.- Y por fin me animé a tomar las riendas de mi vida. –Me encogí de hombros.- Planté bandera... Y ahora vivo como quiero.
- ¿Y cómo vivís?
- Como una hippie por si no lo notaste. –Reímos.- Hago rastas y cosas con macramé para vender… Me la rebusco, me gusta vivir así. Sin estar atada a nada. –Suspiré.- Siento que encontré mi lugar.
- ¿Y no te sentís lejos?
- ¿Lejos de qué?
- De tus afectos.
- Me dí cuenta que no soportaba estar atada ni siquiera a eso. No quiero estar atada a nada ni nadie.
- ¿Nunca?
- Creo que no.

Dejé caer mi cuerpo sobre la arena y cerré mis ojos para inhalar profundo.

- Capaz suene egoísta, pero me gusta estar sola… Cuando necesito algo voy al boliche. –Reí.-
- ¿O sea que soy un juguete? –Preguntó riendo.-
-Lo miré.- Te juro que la pasé muy bien con vos.
- Se lo debes decir a todos eso.
- Te juro que no. Nunca digo algo por compromiso.
- ¿Nunca?
- No, nunca.

Y prendí otro cigarrillo. No entendía muy bien por qué estaba nerviosa, pero lo estaba.

- Ahora te toca a vos. –Dije luego de liberar la primer sesión de humo.- ¿Por qué viniste acá?
- Por algo parecido… Quería alejarme de mis viejos.
- Tenes pinta de nene bien.
-Rio.- Puede ser…
- ¿Estudias?
- Sí, Bioquímica… Mi viejo es dueño de un laboratorio.
- Forrado en guita. –Dije acercando el cigarrillo a mi boca.-
- Puede ser, pero como decís es aburrido.
- ¿Tu viejo te banco estos meses de joda?
- Sí. –Reímos.- ¿Está mal?
- No, no está mal. Creo que cada uno vive la vida como quiere. ¿No?
- O como puede.
- También puede ser.

Se hizo un silencio y dejé que el ruido de las olas me invadiera mientras terminaba mi cigarrillo.

- ¿Y qué pensas hacer cuándo vuelvas?
- Volver a la universidad.
- ¿No te aburre?
- Sí, bastante. –Rascó su sien.- ¿Te puedo agarrar otro?
- Sí, agarra tranquilo.

Pedro se prendió otro cigarrillo y se acostó a mi lado.

- ¿Cuántas veces hiciste esto? –Me preguntó.-
- ¿Qué sería esto?
- Garcharte a un pibe en tu casa y venir a la playa.
-Reí.- ¿Eso te tiene que importar?
- Sí…
-Volví a reír.- No, no tiene que importarte.
- ¿Y no podes responderme?
- Garchar no llevo la cuenta. –Reímos.- Pero, venir a la playa pocas y de verdad.
- ¿Y por qué viniste conmigo?
- No sé, creo que charlar con vos es interesante.
- ¿Y lo está siendo?
- Mmm… Sí.

Volví a cerrar mis ojos.

- Aunque… Veo que tu vida es bastante lineal y aburrida.
- Sorry chica hippie.
-Reí.- Sos un tarado.
- Pero por algo te interesé.
- Tampoco para que te agrandes así.

Besó mi hombro y se me escapó una sonrisa.

- ¿Hace cuánto estás acá?
- Dos años y medio. –Respondí.-
- ¿Y en el invierno qué haces?
- Los findes largos vendo en algunas ferias o en la calle y además mando a algunos negocios de por ahí.
- Ah, o sea que te haces la anticonsumo pero vendes en negocios.
-Reí.- Tengo que vivir de alguna manera…
- Era un chiste.
- No tenías por qué aclararlo.
- ¿Por qué?
- Porque las cosas se dicen una vez y como se interpretan, se interpretan. ¡Odio a la gente con doble discurso!
- ¿Vos nunca tuviste doble discurso?
- Que yo me haya enterado…
- Es imposible.
- ¿Por qué?
- Porque somos muy contradictorios como para no…
- Si lo trabajas y lo tenes presente, vas a ver que podes ser auténtico.
- ¿Y qué haces? ¿Te fumas un faso?
-Largué una carcajada.- Sos un tarado.
- ¡Cuánta confianza de repente!
- ¡Me garchaste! ¿Qué más queres para tener confianza?
-Rio.- Tenes razón.





-

Segundo capítulo por aquí para que conozcan un poco más a estos PyP... Me alegro de quienes me dijeron que la historia les gustó, sigan comentando por favor ;)

sábado, 20 de febrero de 2016

Uno.

La noche prometía ser increíble, era mi última noche acá y tenía que disfrutarla.

Un cierre de oro para esos dos meses.

Ella no dejaba de bailar a mi lado, con sus rastas acomodadas en una especie de rodete, sus aros con símbolos de la paz, un short de jean y una remera anudada por debajo de su busto.

La realidad es que su cuerpo era un fuego.

La empujé con mi cuerpo hasta trabarla contra la pared y mis manos bajaron desde sus hombros hasta mis manos.

- No sé cuánto tiempo más pueda aguantar. –Confesé.-
- ¿Aguantar qué? –Preguntó mordiendo su labio.-
- No te hagas la inocente…
- ¿Yo inocente?
- Sí, vos. –Dije presionando aún más mi cuerpo contra el suyo.-
- Me estás apretando un poquito.
- Mmm… ¿Y no te gusta?
- ¿A vos qué te parece?
- Que te encanta.
- Entonces no frenes.

Me acerqué sin demás preámbulo a su boca y nuestros labios se encontraron en el camino. Mis brazos la tomaron por fuerza por su cola y los suyos por mi nuca. Nuestras lenguas se chocaban sin temor ni vergüenza.

- Me encantas. –Dije en su oído.-
- Vos a mí también. –Mordió mi oreja.-
-Mordí su hombro.- Creo que si queremos, podemos pasarla muy bien esta noche. –Y presioné aún más su cola.-
- ¿Qué es esa propuesta?
- Una propuesta indecente.
- Mmm… Suena interesante. –Me besó.- Tengo mi departamento a un par de cuadras, si te interesa llevar a cabo tu propuesta, podes seguirme.

Y salió corriendo. Yo reí y la seguí empujando a cuanta persona tuviese que empujar.

El boliche daba a un parador de la playa y ella seguía corriendo, cuando la alcancé la abracé por la espalda y llené de besos húmedos su cuello.

- Corres rápido me parece.
-Rio.- Pero pudiste alcanzarme.
- Ni loco me pierdo de esta belleza.
- Capaz estés teniendo muchas expectativas.
- Mmm… No creo.

Sonrió y comenzó a correr otra vez. Ambos corríamos en alguna dirección, supongo que a su casa.

Y considero que es mejor no entrar en detalles de la cantidad de alcohol que llevábamos en sangre.

Ella cerró la puerta con llave y yo la estampé con bastante fuerza contra la puerta.

- Mira si soy un violador serial y me trajiste a tu casa.
-Rio.- Sé leer las miradas de las personas.
- ¿Ah sí? –Pregunté y besé su cuello.-
- Sí. –Cerró sus ojos suspirando.- Sé que con vos la voy a pasar bien.
- Eso es lo que justamente pasa por mi mente ahora.
- ¿Qué cosa?
- Pasarla bien con vos rastita.

Se dio vuelta y comenzó a caminar, empujándome.

- ¿Rastita?
- ¿Qué? ¿No te gusta?
- Es poco original.
-Reí.- Pero, te define.
- Mmm… Ponele.
- Le pongo.
- ¿Qué le pones? –Preguntó provocándome.-
- No sé, fijate vos.

La tomé por la cintura y volví a estamparla contra al pared. Aquel departamento era un mono ambiente. Mis manos buscaron las suyas, entrelazamos nuestros dedos y unimos nuestras bocas olvidándonos del hecho de que debíamos respirar.

Bajé con mis labios por su cuello hasta sus hombros hasta que quedé arrodillado ante esa mujer. Besé su panza y luego mordí su piel, la vi sonreír y supe que estaba yendo por buen camino. Mis manos se posaron en sus caderas y la llené de pequeñas mordidas en todo su vientre.

Mis manos subieron lento por los costados de su cuerpo hasta que me deshice de aquella remera anudada que llevaba.

Me tomó por la mandíbula y me obligó a subir otra vez. Me aferró a su cuerpo con sus manos y buscó mi lengua con la suya.

- Dejame seguir. –Dije y mordí su labio.-
-Sonrió.- Creo que ya soy toda tuya.
- Yo creo que eso suena increíble.

La besé y deslicé mis manos por detrás de su espalda para poder desabrochar su corpiño y mandarlo al mismísimo diablo.

Sonreí al ver sus pezones ya erectos, los cuales busqué con mis dedos y pellizqué ferozmente. Sus labios gimieron de golpe y sonreí para hacerlo otra vez.

Ella quitó mis manos de allí y tiró su cabeza hacia atrás… Sin conocerla la interpreté y ahora fueron mis labios y mi boca los que recorrieron su delantera.

Tomé uno de sus pezones entre mis dientes y tiré con cuidado de allí.

Gimió con fuerza y presionó mis hombros hacia abajo, sus manos estaban allí. Repetí la acción del otro lado y volví a su boca.

- Lo haces increíble. –Dijo.- Ya siento la humedad.
-Sonreí, satisfecho.- Me encantaría sentirla.
- Mmm… Quiero jugar un ratito primero yo. ¿Puede ser?
- ¿Sos de jugar mucho?
- ¿Me dejas?
- Con todo gusto.

Se deshizo de mi remera recorriendo mi piel con la punta de sus dedos y llenó de lamidas y mordidas toda mi espalda. No entendía cómo hacía, pero me estaba volviendo loco. Yo estaba contra la pared, presionando con mis manos allí.

Se acercó a mi cuello y mordió sin piedad mi oreja.

- ¿Juego bien? –Preguntó acercando sus manos a mi zona íntima.-
- Muy bien. –Dije casi sin aire.-
- Mmm… -Besó mi nuca y bajó con su lengua hasta mi cintura.-

Hizo que me dé vuelta y desabrochó mis pantalones para dejarlos caer.

- Ahora voy a jugar de verdad.

Dijo y sin más, me dejó completamente desnudo.

- Mira lo que es este juguete. –Dijo tomándolo entre sus manos.- ¡Cómo para no jugar!

Y realmente me volvió loco, con sus manos y su boca. Sentía mi piel hervir y mis piernas temblar.

Volvió a mi boca cuando yo trataba de volver a la realidad y llevó mi mano por dentro de su short.

- Yo también quiero que juegues conmigo. –Dijo con voz de nena.-

Y claro que era imposible no reaccionar. La tiré sobre la cama y quité su short y su prenda íntima al mismo tiempo. Abrí sus piernas con mis manos y soplé suavemente.

- Me parece que por acá también hay un lindo chiche…
- Le gusta mucho jugar. –Dijo arqueando su espalda.-
- Mmm… A ver…

Dije y comencé con besos, para luego usar mi lengua y mis dedos a la vez.

Su piel transpiraba y su espalda hacia rato no estaba recta.

Sin avisarle, me abalancé sobre su cuerpo e ingresé allí.

- ¡Sos un forro! –Gritó.-
- Sh… Disfruta.
-Cerró sus ojos.- No puedo no hacerlo, sos increíble.
-Sonreí victorioso y comencé a moverme.- Vos sos increíble.

Sentí sus uñas clavarse en mi espalda y yo mordisquee su cuello mientras lo hacíamos.

-

Estaba acostumbrada a esta situación… Pero no a este tipo de hombre.

Realmente me había vuelto loca.

Dormía a mi lado completamente desnudo y yo no podía dejar de mirarlo.

Acaricié desde su barbilla hasta sus pies y subí otra vez. Se despertó.

- ¿Queres otro round?
-Reí.- Sos muy tentador como para no mirarte.
- Vos no te quedas atrás Rastita.
- ¿Es cómoda mi cama?
- ¿Me estás echando?
- ¿Alguien te dijo eso?
- No, pero capaz me lo queres dar a entender….




-

Primer capítulo de 35... Pero creo que aunque sean pocos, están buenos, jajaj! Esta vez posta es distinta a todo lo que ya hice, asique espero que les guste ♥

Si leen... ¡Por favor comenten!

Y si quieren recibir el link de la novela cada vez que subo, solo tienen que dejarme sus usuarios de twitter acá abajo o arrobarme en twitter y decirme que quieren que justamente les pase los links de los capítulos (@fanfictionpyp)

Ojala les guste ;)



viernes, 5 de febrero de 2016

Prólogo.


Un día mi mente dijo basta y decidí escapar, al lugar que sea, pero en soledad.
Escapar significó para mí, liberarme de todas las ataduras que me condenaban... Ataduras que eran una obligación.
Decidí liberarme, hacer mi propio camino y aprender a convivir conmigo, porque al fin y al cabo nosotros mismos somos los únicos que vamos a estar siempre. ¿No?
Decidí dejarme llevar por los impulsos y que se queden en eso. Decidí no enamorarme, no aferrarme, no dejarme amar... Decidí que nadie más pudiera lastimarme.


¿El amor nos hace libre o nos ata? ¿Se puede ser libre con ataduras?
¿Podemos amarnos libremente?
¿Podemos amar sin sentir celos? ¿Sin apropiarnos del otro?
¿Podemos sentirnos amados sin sentirnos atados?
¿Podemos amarnos sin lastimar?
¿El amor es ser dueño de un otro o es aprender a ir a la par?
¿El amor nos puede liberar o solamente sabe atarnos?




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¡Hola muchachada! Sí, acá otra vez yo y con una nueva historia... Esta vez es corta, pero a mí entender es súper distinta a todo lo que vengo escribiendo. Tiene apenas 35 capítulos, porque decidí cortarla antes de irme por las ramas.

Esta es una pequeña introducción a la historia, el sábado 20 publico el primer capítulo!

Cualquiera que quiera que le pase los links de los capítulos cada vez que publico lo único que tiene que hacer es avisarme, en twitter o en un comentario acá abajo dejándome su user de tw.

Sin mucho más que decir, me despido hasta el primer capítulo y gracias a quienes quieran leer ♥