jueves, 24 de marzo de 2016

Epílogo: Liberarnos.



Era sábado a la noche y necesitaba que esa noche sea especial, Santino era mi cómplice.

Los dos nos vestimos de jean y camisa blanca.

Revisé que en mi bolsillo estuviera lo necesario y busqué una mochila para dejar nuestro calzado allí.

Dejé en nuestra habitación un vestido blanco que había comprado para Pau y salí con Santi hasta la playa.

-

Cuando salí de bañarme me extrañó no encontrar a nadie. Me acerqué a la habitación y vi un vestido sobre la cama.


“Te estamos esperando los dos en la playa.”

Sonreí y terminé de secar mi cuerpo, me puse aquel vestido y me miré al espejo. Definitivamente Pedro me conocía, la simpleza de esa prenda lo dejaba en evidencia.


“¿Qué es todo esto mi amor?”

“¡Vos veni a la playa!”


Yo reí, dejé el celular en la cama y salí de mi casa para dirigirme a la playa.

Cuando me acerqué a ellos, Santi corrió hacia mí y lo alcé.

- ¿Qué es todo esto hijo?
- ¡Sorpresa!

Yo reí y me acerqué a Pedro.

- Están muy lindos. –Dije y le dí un beso a Pedro, luego besé la cabeza de mi hijo.-

Santi se bajó de mis brazos y me sacó las zapatillas, yo reí y lo ayudé. Las guardó dentro de una mochila y se quedó a nuestro lado.

- ¿Me podes decir que es todo esto mi amor? –Le pregunté a Pedro.-

Pedro lo alzó a Santi, trabándolo en su cintura y tomó mi mano. Yo lo miraba expectante.

- Vinimos a la playa porque creo que es un lugar especial para nosotros… -Y lo notaba nervioso. Besé su mano.- Y porque quiero decirte algo importante.
- ¡Muy importante! –Dijo Santi y reímos.-
- Te escucho mi amor… -Dije acariciando su mano con mis dedos.-

Pedro tomó aire y besó mi mano.

- Bueno… -Suspiró.-
- ¡Dale papi!

Nosotros reímos y le dimos un beso en cada mejilla a nuestro hijo.

- ¿Me dejas hablar? –Le preguntó a Santi.-
- Sí pa.

Pedro sonrió y volvió a mirarme.

- Yo sé que para nosotros los títulos no son importantes, nunca nos fijamos en eso. –Yo negué con mi cabeza.- Pero, hoy siento que somos una familia…
-Sonreí.- Lo somos.
- Bueno, por eso… -Y presionó mi mano.-
- ¿Qué amor?

Soltó mi mano y buscó algo dentro de su bolsillo.

- Quiero que nos comprometamos… Con nuestro hijo y el mar como testigos.

Yo sonreí, con lágrimas en los ojos. Pedro bajó a Santi y tomó mi mano entre las suyas.

- ¿Queres?
- Obvio que quiero mi amor.

Nos dimos un beso corto y Pedro quitó mi anillo viejo (el que me había regalado el día que le conté de Santi) y puso el anillo nuevo en mi dedo.

- Necesitaba que sea como lo había imaginado… Ese anillo podes guardarlo igual.

Yo reí y lo puse en mi dedo mayor.

- ¿Así? –Sonreí.-
- Sí. –Sonrió.-
- Me encanta mi amor. –Lo tomé por el cuello y lo besé.- Te amo con todo mi alma.
- Te amo Rastita loca.
-Rio.- Sos el hombre de mi vida y estoy segura de eso.
- Juro que esperarte fue la mejor decisión que tomé en toda mi vida.

Sonreímos y nos besamos, él me levantó del suelo e intensificamos aquel beso.

Santi nos miraba con una sonrisa.

Pedro se separó un poco de mí y secó mis lágrimas.

- No llores. –Yo reí.-
- ¡Mamá!
- ¿Qué mi amor? –Lo miré.-
- Upa.

Yo sonreí y lo alcé.

- Papá tiene otra sorpresa. –Me dijo.-
- ¿Sí? –Le pregunté.-
- Sí papi, dale.

Pedro rio y nos abrazó a los dos por el cuello, nos dio un beso a cada uno y volvió a meter su mano en el bolsillo.

- Pensé en algo que tengamos los tres… -Dijo.- Y como nosotros todavía tenemos nuestras pulseritas. –Sonreí.- Pensé en que tengamos una cada una, los tres.

Y sacó tres pulseritas de su bolsillo.

- De tanto mirarte, aprendí.
-Reí.- ¿Las hiciste vos?
- Sí… ¿Están muy feas?
-Sonreí.- Estás perfectas.

Pedro y Santi me pusieron la pulsera a mí. Santi y yo a Pedro. Pedro y yo a Santi.

Unimos nuestras manos y nos sonreímos.

Santi y Pedro se tiraron sobre mí y me hicieron caer en la arena. Santi quedó sobre mí y Pedro a mi lado, ambos me llenaban de besos.

- Sos la mejor del mundo mamá. –Dijo Santi.-
- Este pequeño me ayudó mucho con todo esto. –Dijo tomando mi mano.- Quiero que nunca dudes de que te amamos con locura.
-Sonreí.- Los amo tanto, a los dos. –Los abracé contra mí.- Gracias por hacerme sentir una mujer tan plena.
- Te amo mamá.
- Te amo mi amor, mucho más de lo que crees. –Y lo abracé con mucha fuerza.- Gracias por regalarme la oportunidad de ser mamá.

Pedro me miró sonriendo y yo el devolví la sonrisa.

- Te amo. –Dijo modulando sus labios.-
- Te amo y gracias. –Le dije de la misma manera y nos besamos.-

Después de quedarnos un ratito allí, mimándonos… Nos levantamos y volvimos a la casa, solo porque hacía frío.

- ¿Puedo dormir con ustedes mami?
- Sí, podes. –Santi sonrió y besó mi mejilla.-

Los tres nos cambiamos para dormir y nos metimos en nuestra cama.

Santi estaba en medio nuestro y tomaba nuestras manos.

- Son los mejores papás del mundo.

Con Pedro nos miramos sonriendo y besamos su frente.

- Y vos el hijo más hermoso del universo. –Le dije.-
- Te amamos Santi. –Agregó Pedro.-
- Y yo a ustedes.
-Besé su cabeza.- Descansa mi amor.
- Hasta mañana hijo.

Lo mimamos hasta que se quedó dormido y yo apoyé mi cabeza en la almohada, mirándolo. Pedro acarició mi mejilla.

- ¿En qué pensas?
- ¿Tanto se nota mi cara de pensativa?
-Rio.- Sí…
- Pensaba en que… -Suspiré.- No entiendo cómo viví tanto tiempo pensando que esto no era para mí. –Besé la mano de Pedro.- Te juro que siempre que estoy con ustedes soy muy feliz y no lo cambiaría por nada. Son todo lo que necesito.
-Se levantó y besó mi mejilla.- Te amo y amo que hayamos podido cambiar esa cabecita loca y llena de rastas.
-Sonreí y lo besé.- Gracias por bancarme, de verdad.
- No te digo que fue un placer… -Reímos.- Pero, esto que estamos viviendo ahora no lo cambio por nada. –Me besó.- Te amo y los amo, para siempre.
- Te amo. –Lo besé.- Amo que seas mi hombre y que me hayas regalado a esta belleza. Los amo para siempre.

Sonreímos y nos besamos. Volvimos a acostarnos, dejando a Santi en el medio y posamos nuestras manos en su espalda.

- Hasta mañana mi amor… -Dijo acariciando mi mano.-
-Sonreí.- Hasta mañana amor.

Besamos las mejillas de Santi y cerramos nuestros ojos.




« Descubrí que se puede ser libre estando rodeada de amor.

Se puede ser libre amando y teniendo responsabilidades tan lindas como lo es una familia.

Se puede sentir la libertad estando rodeada de gente y sintiéndose protegida.

Soy libre cuando los tengo a mi lado. »



-

Y... ¡Fin!

Novela corta (muy corta), pero es con una de las que más conforme estoy. Espero que les haya gustado tanto la historia como el final. Por favor, SI LEYERON DEJENME ALGÚN COMENTARIO, todo mientras sea con respeto, va a ser bien recibido. Es lindo recibir una devolución del otro lado. ;)

A partir de ahora por diversas cuestiones, decidí quedarme solo con el blog de cortos {
minifanficspyp.blogspot.com.ar/} al menos por unos meses. Yo necesito un descanso del hecho de subir todos los días y estar siempre pendiente de esto, y en cierto punto creo que ustedes también merecen un descanso de mí. Además, sinceramente, necesito dedicarle más tiempo a la universidad y tengo mil bardos personales, por lo tanto casi ni escribo últimamente. Necesito ocuparme más de mí y no tanto de lo que el resto espera de mí, no sé si se entiende, pero necesito hacerlo.

Si quieren seguir leyéndome al menos por estos meses, voy a estar en ese blog.

Si quieren recibir los links de lo que suba ahí, solo tienen que avisarme por acá dejándome su user o mencionándome en twitter y diciéndome que así lo quieren.

Sin más que decir, me retiro. Gracias por el aguante y a todos los que leyeron, siguieron y comentaron esta historia. ♥

miércoles, 23 de marzo de 2016

Treinta y cinco.

- Mami…
- ¿Qué mi amor? –Lo alcé y él escondió su cara en mi pecho.- ¿Qué pasa Santi?

Santi me abrazó por el cuello y yo lo abracé con fuerza.

- Hey… ¿Qué pasa? –Besé su mejilla.-
- Panza.
- ¿Te duele la panza?
- Sí.
- ¿Qué te parece si nos acostamos un ratito en la cama? Capaz con unos mimos de mamá se te pasa.

Él asintió y yo sonreí. Besé su frente y me fui con él a mi cuarto. Nos acostamos juntos, él sobre mí y yo lo abracé por la cintura.

Sonó mi celular.

“Se complicó acá amor, seguro llegue un rato más tarde.”

“No pasa nada.”

“¿Cómo andan?”

“Santi está con dolor de panza y súper mamero, pero bien…”

“Llenalo de besos por los dos.”

“Jajaja, con todo gusto.”

“Nos vemos en un rato.”

“Nos vemos mi amor.”


Santi me sacó el celular de la mano y yo reí.

- Hey, che che che, era papá.

Él volvió a acomodarse sobre mí y escondió su cara en mi pecho.

- Vos sos mía.

Yo sonreí, muerta de amor y lo llené de besos.

- Te amo mucho hijo. ¿Sabías?
- Te amo mami.

No podía creer que ya tuviera cuatro años… Aún sentía que había sido ayer cuando me enteré que estaba embarazada.

En este tiempo nuestra vida cambió demasiado. Pedro se había podido recibir y estaba trabajando en un laboratorio como bioquímico, yo continuaba con mis ferias y con el correr del tiempo nuestra casa estaba cada vez más linda.

Santi se estaba quedando dormido, pero se sentó sobre mis piernas y me tomó por las mejillas.

- Mía mamá.
-Sonreí.- ¿Yo soy tuya?
- ¡Sí!
-Reí.- ¿Y vos sos todo mío? –Pregunté abrazándolo.-
- ¡Sí!

Yo volví a reír y lo tiré en la cama, llenándolo de besos.

- Te amo mamá.
-Sonreí.- Te amo hijo, no te das una idea de cuanto.

Lo senté sobre mis piernas sin dejar de abrazarlo y besé su frente.

- ¿Se te pasó el dolor de panza?
- Sí. –Sonrió.-
- Entonces… ¿Qué te parece si cocinamos algo entre los dos para papá?

Él asintió con su cabeza y fuimos a lavarnos las manos.

“Estamos cocinando para vos…” Y le mandé una foto.

“Ay, quiero llegar ya y morfarlos a besos. En media hora ya salgo.”

“Te esperamos mi amor.”


Cocinamos con Santi y dejamos la comida en el horno.

-

Cuando llegué a casa, Santi corrió hacia mí y yo lo alcé mientras giraba. Siempre hacíamos lo mismo.

- Hola hijo. –Besé su mejilla acomodándolo en mis brazos, trabándolo con mi cintura.-
- Hola papi.

Pau se acercó a nosotros, me abrazó por la espalda y me dio un beso en el cuello.

- Hola mi amor.
- Hola Rastita.

Ella rio. Siempre reía cuando le decía así, amaba hacerla reír.

- La comida. –Dijo Santi.-

Pau lo alzó.

- Papá se va a cambiar y nosotros ponemos la mesa. ¿Te parece?
- Sí. –Respondió Santi.-

Yo le dí un beso a cada uno y me fui a cambiar. Cuando volví, cenamos los tres juntos y luego la ayudé a Pau a ordenar la cocina mientras Santi jugaba en su pieza.

Cuando terminamos, la tomé por la cintura y la besé. Ella sonrió.

- Me encanta que sigas haciendo estas cosas. –Dijo rodeando mi cuello con sus brazos.-
- ¿Qué cosas?
- Estas.
- Amo hacerlas. –La besé.- Te amo a vos.
-Sonrió.- Te amo tontito. –Nos besamos.-

En ese momento, nos llamó Santi y reímos. Fuimos con él.

- ¿Qué pasa hijo? –Pregunté arrodillándome a su lado.-
- ¿Jugamos? –Preguntó con sus autitos en las manos.-
- Sí. ¿Mamá puede jugar también?
- ¡Sí!

Pau sonrió y se acercó a nosotros. Pasamos un rato jugando con él, pero ya era tarde.

- Es hora de dormir enano. –Dijo Pau.-
- Un ratito más.
- Pero mañana tenes jardín. –Le dije.-
- ¡Ufa! –Se quejó y se cruzó de brazos.-
- No vale quejarse. –Dijo Pau haciéndole cosquillas.-
- Un ratito. –Suplicó Santi.-
- Mmm… Un ratito es un cuento. ¿Queres? –Le propuso Pau.-
- ¡Sí! –Y Santi sonrió.-

Lo ayudé a ponerse el pijama y se metió en la cama. Le leímos un cuento entre los dos y él se estaba quedando dormido.

Pau corrió el pelo de su cara y besó su mejilla.

- Que descanses mi amor.
- Soña cosas lindas hijo. –Le dije.-

Acomodamos sus mantas, cada uno de un costado y lo mimamos hasta que se quedó dormido.

Me levanté y le dí la mano a Pau para que también se levante.

La abracé por la espalda y así salimos de la habitación, yo la llenaba de besos.

- ¡Para un poco que lo vamos a despertar!
-Reí.- Bueno che, perdón.
- Dale tonto.

Hice que camináramos hasta nuestro cuarto y la arrinconé contra la pared, besándola.

- ¿Estás bien? –Preguntó.-
- Sí. ¿Por?
- Estás muy mimoso.
- ¿Está mal si quiero estar mimoso con mi mujer?
-Sonrió.- No. –Me besó.-
- ¿Y entonces?
- Solo pregunte che.
- Bueno, bueno. ¡No te enojes che! –Reímos y nos besamos.-
- No me enojo…
- ¿No? –Pregunté acariciando su espalda.-
- No. –Y me besó.-
- Tengo algo para vos.
- ¿Qué?

Yo busqué los chocolates que había comprado en el maletín de mi trabajo.

- Los había comprado para los tres, pero como al peque le dolía la panza… Los escondí para comerlos con mi mujer.
-Sonrió.- Me encanta que me mimes. –Me besó.-
- Siempre mi amor. –Nos besamos y nos sentamos en la cama para comer los chocolates.-

De los chocolates solo quedaban los paquetes y a ellos los acompañaba nuestra ropa sobre el suelo.

Ella y yo estábamos sobre la cama. Amándonos.




-

Y he aquí el último capítulo, espero que les guste y comenten! Mañana subo el epílogo que ya es lo último ♥☺

martes, 22 de marzo de 2016

Treinta y cuatro.

- ¿Qué haces acá? –Pregunté abrazándola por la espalda.-

Ella estaba mirando por la ventana, abrazando sus piernas.

-Suspiró.- No sé…
- ¿Estás llorando?
- Un poco.
-Besé su mejilla.- Hace frío.
- Anda a la pieza por si se despierta Santi.
- Traje el baby-call. No te escapes.
- ¿Escaparme?
- Te conozco che. –Besé su cuello.-
- Me cuesta un poco acostumbrarme y me da culpa.
- A mí me pasa lo mismo… Supongo que debe ser normal.
- A veces sigo pensando que no voy a poder y odio pensar así.
- Nació hace 20 días Pau, es normal que tengas miedo… Yo también lo tengo.
- Mira si no es feliz…
- ¿Por qué pensas en esas cosas?
- No sé, sigo sintiendo que soy poca cosa.
- Mmm… Vení.

Tomé sus manos e hice que volvamos a la habitación. Ella se sentó en la cama y yo le pasé un buzo.

- Estás congelada.
-Sonrió.- Gracias.

Pau se puso su buzo y yo me senté frente a ella.

- ¿Por qué sentís eso? –Pregunté tomando su mano.-
- No sé…
- ¿A vos te dan vergüenza cosas que hiciste?
- ¿Tanto me conoces ya? –Rio.-
- No tenes que sentirte así.
- Tengo miedo de que nunca pueda sentirse orgulloso de su mamá.
- Ese bebé te ama.
- ¿Cómo estás tan seguro?
- Te busca todo el tiempo.
- Es muy chiquito, no puede hacer más. –Dijo con lágrimas en los ojos.-
- Hey, hey. –Acaricié su mejilla.- No te enrosques.
- Es lo que me pasa. –Dijo ya quebrada.-

Yo suspiré y la abracé.

- Santi te ama más de lo que te imaginas.
- ¿Y si no le alcanzo? ¿Si no te alcanzo a vos?

Me separé un poco de ella y sequé sus lágrimas.

- Sos la mejor mujer de todas, para ser su mamá y para ser mi pareja.
- No sé.
- Sí mi amor. –La besé.- Sí.
- Me siento una tarada.

Yo volví a abrazarla y besé reiteradas veces su mejilla.

- Te amamos los dos, con locura.
- Yo los amo a ustedes.
- No te enrosques más, disfruta.
-Suspiró.- Abrazame.
- ¿Y qué estoy haciendo?
-Rio y nos abrazamos más fuerte.- Te amo.
- Te amo… -Besé su cuello y ella escondió su cara en mi hombro.-

-

Odiaba esa ciclotimia que tenía. Odiaba no poder contra mi cabeza.

Fui al baño a lavarme la cara y cuando volví me acomodé en la cama, Pedro posó a Santi sobre mi pecho y él inmediatamente posó sus manitos sobre mi piel.

Pedro se acomodó a nuestro lado, apoyó su cabeza en mi hombro y unimos nuestras manos sobre la espalda de nuestro hijo.

- Relajate, no pienses más…
- Me cuesta un poco.
- Por eso te lo digo. –Besó mi hombro.-
- Gracias por no mandarme a la mierda.
-Rio.- Te amo mucho como para hacerlo.
- ¿Pero soy un poco insoportable, o no? –Reí.-
- Se lo atribuimos al post-parto así no nos peleamos. –Reímos.-
- En serio, gracias.
- No me lo tenes que agradecer, quiero que estés bien, que disfrutes de esto.
- Te amo… -Susurré.-
- Te amo. –Nos besamos y en ese momento Santi se quejó.- Alguien quiere a su mamá solo para él.
-Reí y besé la cabeza de mi hijo.- ¿No me dejas repartirme? –Reímos.-

-

Al día siguiente, apagué la alarma rápido para no despertarlos, pero cuando me dí vuelta ya estaban despiertos. Santi estaba tomando la teta.

- Buen día. –Dije refregando mis ojos.-
- Buen día. –Me dijo Pau y me sonrió.-

Yo le dí un beso en brazo a Pau y otro en el pie a Santi.

- Veo que te despertaste mejor. –Le dije.-
- Me hace bien sentirlos cerquita.
-Acaricié su mejilla.- Siempre vamos a estar cerca. –Sonreímos.- ¿Qué tenes que hacer hoy?
- Mmm… Nada.
- ¿Pensas seguir durmiendo?
- No sé.
- Pregunto, porque puedo preparar el desayuno y venir para acá o no.
- No, dale. Veni y desayunamos juntos… El peque seguro siga, pero yo prefiero levantarme.
- Bueno, dale.

-

Cuando Santi no quiso más, le hice el provechito, lo cambié y lo hice dormir. Lo acomodé en el moisés y volví a la cama con Pedro.

- ¿A qué hora entras amor?
- En una hora… No te preocupes que llego.
- ¿Seguro?
- Sí.
-Sonreí.- Bueno, está bien. –Y mordí la tostada.-
-Posó su mano en mi pierna.- ¿Dormiste bien?
- Lo que dormí, sí… -Reí.- ¿Por?
- No sé, pregunto. Quiero que estés bien.
- Sos muy tierno…

Pedro se fue y yo aproveché para bañarme y hacer la cama mientra Santi dormía.
Aproveché que tenía un ratito libre y me puse a hacer algunas pulseritas ya que venía un finde largo y de alguna manera, pensábamos vender.
Lo escuché llorar, asique dejé las cosas a un lado y fui a buscarlo.

- Buen día hermoso. –Dije alzándolo.- Hola bebé. –Besé su frente y lo acomodé en mis brazos.- ¿Qué es ese llanto quejoso? –Pregunté haciéndole cosquillas.-

Le cambié el pañal y luego le dí de comer, lo dejé en la cama para ver que hacía y se quedó muy tranquilo allí.

Yo sonreí y le saqué una foto para mandársela a Pedro.

“Acá el peque me ayuda, jajaja”

“Las pulseritas que haga él salen el doble eh. Jajajaj”

“Jajajaj, sos un tarado.”

“Más respeto señorita.”

“Mmm… No sé eh.”

“¿Qué no sabes?”

“Me gusta faltarte el respeto.”

“Eso sonó un poco fuerte…”

“Jajajaja… ¿Me extrañas mucho?”

“Mucho, pero me la banco porque soy macho.”

“Jajajajaja, un pelotudo sos.”

“Gracias por tanto amor.”

“Me gusta molestarte.”

“Me dí cuenta… Lo que me gusta de esto es que te noto mucho mejor que anoche.”

“Perdón, de verdad.”

“No tenes que pedir perdón, mientras estés mejor no hace falta.”

“Me siento mejor.”

“Bueno, me alegro entonces.”


Me acosté al lado de Santi y nos saqué una selfie.

“Te amamos mucho.”

“Son tan lindos, los amo más.”

“No te molestamos más… Anda a trabajar.”

“Nunca molestan ustedes.”

“Tierno♥.”





-

Mañana último capítulo y el jueves el final ♥

lunes, 21 de marzo de 2016

Treinta y tres.

“Nunca creí que en tan poco tiempo podía vivir tantas cosas y tan opuestas… ¡Todas juntas!

Es real que al principio me moría de miedo, miedo de no poder cuidarte ni de amarte como te mereces… Pero, hoy te miro y me doy cuenta que amarte más me dolería.

Nunca creí que sentirme atada a alguien iba a ser tan lindo.

Desde esa primera vez que te tuve en brazos hasta hoy (que fueron pocos días) me doy cuenta que tenerte acá es todo lo que necesito.

Perdón si alguna vez no pude o si dejé que el miedo me ganara… Es difícil cuando de repente todas tus supuestas estructuras se caen sobre tu espalda, pero todo es más fácil cuando tus ojitos me buscan.

Te prometo que este amor es para siempre, que mamá siempre va a estar acá para vos mi amor.

Te amo infinitamente.

Mamá.”


Santi estaba hecho un bollito durmiendo, con su mejilla apoyada en su bracito en una punta de mi cama. Yo estaba sentada en el suelo, frente a él, tan solo mirándolo.

Mi mano acariciaba su espalda y me daba cuenta que podía pasar eternas horas así, con él.

- Amor… ¿Qué haces en el piso? Tenes los puntos todavía.
- Sí, ya sé…

Pedro se arrodilló detrás de mí y besó mi hombro.

- Pero, necesitaba estar así.
- Tengo miedo de que te hagas mal. –Me abrazó por la cintura.-
- Estoy bien.
- ¿Segura?
- Sí…
-Besó mi mejilla.- Estás al borde de las lágrimas.
-Sonreí.- Sí, pero es por este gordito. –Y tomé su manito.-
- Pero anda a la cama, dale.

Pedro me tomó por la cintura y me ayudó a levantarme, yo me acomodé en la cama mientras él tomaba a Santi en sus brazos y lo acostó sobre mi pecho.

- ¿Te quedas? –Le pregunté tomando su mano.-
- Obvio que sí, no hay nada más importante que quedarme con ustedes.

Yo sonreí y apreté su mano.

Sin buscarlo, me largué a llorar y besé la cabeza de mi hijo.

- No llores che.
-Reí.- Estoy muy… Movilizada. Nunca creí que iba a pasarme esto.
- Me encanta haber llegado a tu vida para romper todas tus estructuras.
- Me diste vuelta el mundo… Los dos en realidad.
-Pedro me besó.- Vamos a estar siempre acá para tener tu mundo patas para arriba.
- Te lo suplico.

Pedro me abrazó por el costado y posó su mentón en mi hombro, ambos mirábamos a Santino.

- Me mata sentirlo respirar tan tranquilo. –Dijo.-
-Sonreí.- A mí me mata con tan solo mirarlo, me tiene embobada.
- Es que es hermoso como su mamá.
-Reí.- Ojala salga un poco menos loco.

Y en ese momento, Santi abrió sus ojitos y yo sonreí.

Lo acomodé sobre mi brazo, para que quedara mirándonos y besé su frente.

- Hola mi amor… -Susurré y él posó su manito en mi pecho.- Hola Santi.

Pedro buscó su piecito y lo acarició.

- Se despierta con tanta paz que quiero llenarlo de besos. –Me dijo.-
- ¿Algo te impide llenarlo de besos?
- Mmm… No.

-

Paula me pasó a Santi y yo lo acosté boca arriba sobre mis piernas. Entre los dos lo llenamos de besos y fue en ese momento cuando me dí cuenta que quería que esto sea eterno.

Pau volvió a tomarlo en brazos cuando empezó a pedir la teta y lo amamantó.

- ¿Mañana ya vas al negocio?
- ¿Por?
- Porque mañana me sacan los puntos, pero no pasa nada…
- Me fijo si puedo acompañarte.
- Por favor, sobre todo por él.
- Obvio. –La besé.- ¿Es a la mañana, no?
- Sí.
- Ahora llamo y veo si puedo entrar más tarde.
-Sonrió.- Gracias. –Nos besamos.-

Santino había nacido en una cesárea de urgencia porque Pau había tenido presión alta, si bien nos asustamos bastante, hoy estábamos los tres en casa y llenos de felicidad. (y por supuesto que de amor)

Luego de arreglar con mi jefa que al día siguiente entraría un rato más tarde a trabajar, preparé algo para comer y me acerqué al cuarto.

Paula terminó de cambiar al bebé y cenamos en la cama.

- Me parece que es hora de dormir che… -Dijo acariciando la nariz de Santi.- ¿Qué te parece? –Besó su frente.- ¿Eh?

Luego de amamantarlo, Santi se quedó dormido. Entre los dos acomodamos las cosas que habíamos usado para cenar y volvimos al cuarto.

El peque dormía en su moisés y Pau ni bien se acostó, cerró sus ojos.

- ¿Estás muy cansada?
-Rio.- Sí… Pero no quiero dormir.
- ¿Por qué?
- Porque quiero estar un rato con vos. ¿Se puede?
-Sonreí y besé su frente.- Obvio que sí, pero si tenes sueño…
- Necesito tus mimos.
- ¿Estás bien?
- Sí, es solo que estoy sensible.
- Mmm… -Dije acariciando su cuello.-
- En serio nene.
- Vení entonces.

Hice que apoyara su cabeza en mis piernas y comencé a jugar con sus rastas y a acariciar su cara, su cuello, sus brazos…

- Haces magia. –Me dijo mirándome.-
-Sonreí.- Aprovecha a dormir antes de que se despierte el gordo.
- Es verdad, pero vos también.

-

Nos quedamos dormidos y en medio de la noche Santi se despertó llorando más que nunca… No podía creer como lloraba tanto siendo tan chiquitito.

Lo cambié, intenté darle la teta, lo paseé por toda la casa, me acosté con él… En fin, hice todo y nada funcionaba.

- ¿Qué le pasará? –Pregunté un poco asustada.-
- Capaz le duele algo.
- ¿Qué?
- No sé Pau, vení…

Yo me semi-acosté en la cama y lo acomodé a él sobre mi pecho y boca arriba.

- Quedate con él, en algún momento se le va a pasar.
-Suspiré.- No me gusta que llore así.
- A mí tampoco, pero no podemos adivinar lo que le pasa.

Yo besé su cabeza y comencé a masajear su pecho.

- Tranquilo bebito. –Susurré en su oído.-

-

Esa madrugada, después de lograr tranquilizar al gordito y a Pau, dormimos un rato más.

A la mañana desayunamos juntos, Santi tomó la teta y los acompañé al médico.

Le sacaron los puntos de la cesárea a Pau y ya habíamos salido.

- Anda amor, nosotros volvemos caminando.
- ¿Seguro?
- Sí, está lindo al solcito… Además, en el camino seguro se duerme. –Dijo acomodándolo en el cochecito.-
- Avisame cuando estén en casa.
-Sonrió.- Dale.

Yo le dí un beso a Santi y acomodamos el plástico en el cochecito, lo usábamos siempre porque al estar cerca de la playa casi siempre volaba arena.

- Chau amor. –Me dio un beso.-
- Nos vemos Rastita. –Reímos y nos dimos otro beso.-




-

Últimos dos capítulos!

domingo, 20 de marzo de 2016

Treinta y dos.

Los días pasaban y los meses también…

Mi panza ya no podía ocultarse, los movimientos de mi bebé tampoco.

Después de eternas madrugadas sin dormir y charlas infinitas con Pedro, por fin había podido dejar de lado el miedo y la culpa…

Pedro había conseguido trabajo y además estaba terminando su carrera a distancia, la verdad era que admiraba como se había puesto todo en el hombro. Por primera vez en mi vida me sentía enamorada.

Yo seguía haciendo mis cosas para vender en la feria y al menos aportaba algo.

Nos habíamos mudado a un departamento un poco más grande, con una cocina, un living, dos habitaciones y baño… Era pequeño pero no necesitábamos más.

Lo escuché llegar y sonreí.

- Hola mis amores… -Dijo abrazándome por la espalda, yo estaba preparando una tarta en la cocina.-
- Hola mi amor. –Giré un poco la cabeza y lo besé.- ¿Cómo fue?
- Mmm… Bastante cansador, necesitaba llegar a casa y estar con ustedes. –Y me dio un beso en la panza.-
- ¿Queres ir a darte una ducha y merendamos algo juntos?
- ¿Y la tarta?
-Reí.- Es para la noche.
- Me ducho rápido y vamos un rato a la cama.
- Dale… Preparo el mate.
- Dale. –Besó mi mejilla y se fue.-

Yo preparé el mate con algo para comer y estábamos en la habitación.

- ¿Cómo se portó hoy? –Preguntó tocando mi panza.-
- Así… -Reí.- Moviéndose todo el tiempo.
- Ay Santino, Santino. –Besó mi panza.- Me parece que nos vas a volver locos.
-Reí.- Lo vamos a correr por toda la playa. –Reímos.-
- No veo la hora de tenerlo acá.
-Sonrió.- Ya queda menos. –Y volvió a besar mi panza.-
- ¿Tres meses te parece poco?
-Pedro rio y se sentó frente a mí.- No, pero lo que ya pasó… Se pasó volando.
- Es verdad.
- Y tenemos que armar un montón de cosas.
-Reí.- Su cuarto no tiene nada pobrecito. –Y toqué mi panza.-
- Este finde podemos ir a ver… Ya tenemos bastante ahorrado.
- Sí, es verdad.
- Quedamos así eh.
-Sonreí.- Dale. –Lo besé.-

-

Ese fin de semana compramos varias cosas para nuestro pequeño y de a poco, su pieza comenzaba a tomar forma.

Habíamos pintado juntos, hacia varios meses, las paredes de verde clarito y las decoramos con algunas cosas, la mayoría hechas por nosotros.

- Me lo imagino jugando acá y me muero de amor. –Dijo y sonrió.-
-La abracé por la espalda y besé su cuello.- Me encanta escucharte así.
- A mí también me gusta sentirme así.

Y en ese momento, Santino se movió fuerte y reímos.

- Tranquilo che. –Me arrodillé y besé la panza.-
- Me parece que sabe que por acá lo estamos esperando muy ansiosos. –Y posó sus manos en su panza.-

Nos miramos sonriendo y ella acarició mi mejilla.

- Perdón, sé que estuve muy insoportable al principio.
- No tenes que pedir perdón por eso.

Y me paré para estar a su altura.

- Por algo me dijiste eso recién.
- Te lo dije porque estoy muy feliz.
- Mmm…
- En serio che. –La besé.- ¡Deja de enroscarte!
-Rio.- No puedo.
- Para mí es todo culpa de esas rastas. –Reímos.-
- ¿No te gustan mis rastas?
- ¡Me encantan!
- ¿Es muy desubicado ser madre con rastas?
-Reí.- ¿Qué boludes estás diciendo?
-Rio.- No sé.
- Me encantas así.
- ¿Así? Estoy hecha una bola.
- Estás hermosa.
- Mmm…
- ¡Her-mo-sa! –La besé y ella sonrió.-
- Creo que si no era con vos, nunca iba a ser con nadie. –Me besó.- De verdad, me haces sentir muy bien y segura.
- Tengo un privilegio muy grande en haber podido ser yo. –Sonreímos y nos besamos.-
- Te amo mi amor.
- Y yo te amo a vos Rastita.

Ella sonrió y nos besamos.

Había sido complicado, pero me sentía perdidamente enamorado de ellos y quería sentirme así para siempre.

Paula se fue al cuarto a hablar con su mamá y yo aproveché para hablar con la mía.

Me acerqué a la habitación y ella estaba sentada en la cama, acariciando su panza.

- ¿Se puede?
-Sonrió.- Obvio tonto, veni.

Me senté al lado de ella y besé su mejilla.

- ¿Estás bien?
- Sí amor.
- ¿Segura?
-Rio.- Sí. –Me dio un beso.- ¿Por qué?
- No sé, tenes la carita rara.
- Estoy cansada, caminamos mucho… Es solo eso.
- Mmm… ¿Queres unos masajitos?
- No puedo negarme.

Yo sonreí y me arrodillé detrás de ella, hice masajes en su espalda y en su cuello. Luego, me senté e hice que su espalda reposara en mi pecho mientras nuestras manos estaban en su panza.

-Cerró sus ojos y suspiró.- Me dan mucha paz.
-Besé su cuello.- Y ustedes a mí.
- Nunca creí que podía sentirme así.
- Te juro que yo tampoco.
- Ahora siento que no lo cambiaría por nada.
- Sos tan linda.
- Vos sos lindo, si no fuese por vos… No podría.
- Pero estoy acá. –Besé su frente.- Y además, vos sos mucho más fuerte de lo que crees.
- Mmm…
- Sí mi amor.
- Si vos decís.
- Yo digo.

Reímos y ella abrió sus ojos, me miró.

- Te amo. –Me dijo.-
-Sonreí.- Te amo.

Besé su frente y ella cerró sus ojos.

- ¿Puedo dormir un rato encima tuyo?
- Obvio que sí.
-Sonrió.- Gracias.
- Me encanta que duermas encima mío, porque me encanta sentirte cerca y porque me encanta ver como Santi se mueve para todos lados.
-Rio.- Espero que me deje dormir.
- Cuando ponemos nuestras manos juntas se tranquiliza.
- Eso es verdad.
- Relajate…

Nuestras manos estaban sobre su panza y ella al rato se quedó dormida.

-

Me desperté después de un largo rato y sonreí al ver que seguía sobre él.

- ¿No te moviste nunca? –Reí.-
- No… Me quedé con ustedes, me desperté hace un ratito.
-Sonreí.- Sos muy lindo.
-Besó mi frente.- El peque también se durmió.
- Sí… No lo quememos. –Reímos.-
- Me estoy muriendo de hambre. ¿Vos no?
- Mmm… Sí. ¿Cocino la tarta?
- Dejame que la cocino yo.
- ¿Seguro?
- Sí, quedate acá.
- ¿Tan demacrada estoy? –Reí.-
- No, pero quiero mimarte un poco.
-Sonreí.- No me voy a negar.
- Es lo que nos queda de novios, tenemos que disfrutar.
- ¿Novios?
- ¿No somos novios?
-Reí.- Nunca lo había pensando, pero sí…
- ¿No lo habías pensado?
- No le presto atención a esas cosas.
- ¿No te gusta ser mi novia?
-Sonreí.- Me encanta.




-

Últimos capítulos, termina el jueves... Comenten, por favor!♥

sábado, 19 de marzo de 2016

Treinta y uno.

Por fin los días pasaron y yo acababa de llegar, Paula me había dado un juego de llaves la última vez que nos vimos, asique ingresé directamente en su casa, era de madrugada.

Me quité mis zapatillas y me acosté detrás de ella, la abracé por la espalda y besé su cuello, llevé mi mano a su panza y apoyé mi mentón en su hombro.

- Hola Rastita.
-Sonrió.- Ay, necesitaba mucho que me abraces así.
- Acá estoy. –Besé su hombro hasta llegar a su cuello.- Acá estoy.
- Gracias.
- No tenes que agradecerlo, yo también necesitaba estar así. –Besé su mejilla.-
-Cerró sus ojos y entrelazó sus dedos con los míos.- Quedate acá.
- No pienso irme a ningún lado.
- ¿Cerraste la puerta?
- Sí…
- ¿Podemos dormir juntos?
- Obvio que sí, pero primero quiero hacer algo…
- ¿Qué?

Hice que gire hasta quedar boca arriba y la besé.

- Eso.
-Sonrió y me tomó por la mejilla.- No quiero llorar.
- Veni…

La abracé contra mi pecho.

- ¿No dormiste estos días, no?
- Poco y nada. –Suspiró.-
- Tenes que descansar.
- No puedo frenar mi cabeza.
- ¿Queres que hablemos?
- Ahora prefiero dormir. –Suspiró otra vez.-
- Entonces cerra los ojos…

Paula cerró sus ojos, yo acomodé la sábana sobre nosotros y la abracé por la cintura.

- Intenta relajarte.
- Vos también Pedro.
- Yo estoy relajado.
- Siento como tu corazón va a mil por hora.
-Suspiré.- Perdón, no quiero ponerte nerviosa.
- Entiendo que es raro para los dos.

Y ninguno de los dos dijo más nada.

-

Sentirlo acá otra vez me tranquilizaba bastante, pero aún así no podía frenar mi cabeza.

Calculaba que habían pasado varias horas porque el sol ya entraba por las hendijas de la ventana y seguíamos despiertos.

Me levanté a tomar un poco de agua y cuando volví, me senté en la cama con mis piernas cruzadas. Prendí el velador y posé mis manos en mi panza.

- Creo que si no hablamos no vamos a poder dormirnos jamás.

Pedro abrió sus ojos y se acercó a mi panza la cual en estos días se había hecho un poquito más notoria.

- Esto no tenes que escucharlo vos. –Dijo y besó mi panza.-
-Reí y acaricié la nuca de Pedro.- ¿Qué somos nosotros? –Pregunté confundida.-

Él se sentó frente a mí y suspiramos a la par.

- ¿Vamos a la playa? –Propuso.-
- ¿Para?
- Mmm… No sé, pero me gusta que hablemos ahí.
- Está bien, capaz mirar un rato el mar me tranquilice.

Nos cambiamos y fuimos hasta la playa, era temprano y como todavía no había comenzado la temporada estábamos prácticamente solos.

Pusimos una esterilla en el suelo, nos sentamos frente a frente con nuestras piernas cruzadas y yo giré mi cabeza para mirar el mar.

- ¿Ves como las olas van y vienen? –Le pregunté.-
-Giró su cabeza.- Sí…
- Bueno, yo me siento igual, todo el tiempo voy y vengo entre mil sensaciones.

Él me tomó por el mentón e hizo que nos miremos.

- Son muchos cambios de repente para los dos… -Dijo.-
- Sí. –Se encogió de hombros.- Te juro que no sé cómo ordenar mi cabeza.
- Estando juntos.
- Te repito: ¿Qué somos nosotros?

Pedro no dijo nada, tan solo hizo que me acostara en la esterilla, tirándose suavemente sobre mí, teniendo cuidado de mi panza y me besó.

- Somos todos lo que queremos ser.
- ¿Y qué queremos ser? –Pregunté tomándolo por sus mejillas.-
- Dos personas que se aman.
-Suspiré.- ¿Y eso alcanza?
- Yo creo que sí…
- Perdón si estoy muy negativa, pero de verdad que me muero de miedo.
-Acarició mi nariz con la suya.- Yo sé que lo nuestro fue muy fugaz, intenso, raro, con idas y vueltas… Pero, creo que si la vida nos puso a este bebé en el camino es por algo.
- Puede ser.

Pedro se sentó y me dio la mano para que me siente también.

- Vamos a poder contra el miedo.
- Tengo miedo de que nunca pueda ser feliz conmigo como madre. –Dije tocando mi panza.-
- No pienses en eso Pau.
- Es lo que me pasa.
- Sos una mina hermosa.
- No soy el mejor ejemplo del mundo.
- Enfrentando todo esto, sos un ejemplo hermoso.
- No siento que lo esté enfrentando.
- Hey, deja de pegarte un poco.
-Suspiré.- No puedo.
- Sí que podes. –Me besó.- Dale…

Yo bajé mi mirada y no pude no largarme a llorar.

- Siento que voy a explotar de la culpa que tengo.
- ¿Culpa de qué?
- De ser su mamá, culpa de tener tanto miedo, de que haya caído acá por un error, por una calentura… Culpa de sentir que no lo quiero tanto como debería.
- No te enrosques.
- No voy a poder ser mamá.
- Sí que vas a poder…
- No, me da culpa no poder estar feliz del todo.
- Los humanos somos así de ambivalentes.

Sequé mis lágrimas y suspiré profundo.

- Se merece algo mucho mejor.
- Yo creo otra cosa…
- ¿Qué? –Pregunté y él tomó mi mano.-
- Que este bebito desde el universo vio a dos personas que se aman pero que no podían o no se animaban a estar juntas, entonces dijo “algo tengo que hacer”
-Reí.- Sos un tarado.
- Dicen que los bebés eligen a sus papás.
-Suspiré.- ¿De verdad?
- Sí…
- ¿Quién lo dice?
- La vida. –Reímos.- Dale… No pienses en esas cosas.
- No tenemos un mango partido al medio Pedro.
- Yo voy a laburar.
- ¿De qué? ¿En dónde?
- De lo que sea.
- Pero…
- Pero nada. –Me besó.-
- ¿Me abrazas?
- Obvio que sí, veni.

Nos abrazamos y cerré mis ojos.

- Siempre voy a estar acá. –Besé su mejilla.-
- No me da miedo solo el embarazo. –Dije.- También me da miedo esto.
- ¿Esto qué?

Me separé de él.

- Nuestra relación.
- Vayamos paso a paso… -Tomó mis manos.-
- ¿Cómo?
- Así, de a poquito. –Besó mis manos.- Ya sé que un bebé cambia mucho las cosas, pero con el amor que sé que está, vamos a poder.
- ¿Cómo podes estar seguro de que el amor está?
- ¿Vos no lo sentís?
- Sí, pero igual.
- Yo creo que si no nos olvidamos habiendo estando tanto tiempo separados y tan poco juntos, por algo es…
-Suspiré.- Eso puede ser.
- ¿Una sonrisa? –Yo sonreí.- ¡Más grande!

Volví a sonreír y lo besé.

- Gracias.
- ¿Por qué?
- Por estar acá. –Y volví a besarlo.- De verdad.




-

viernes, 18 de marzo de 2016

Treinta.

Me desperté en medio de la noche, me sentía demasiado mal y no era solo físico.

Abrí la ventana porque me faltaba el aire y luego de ir al baño, volví a mi cama. Me senté allí y llorar fue inevitable.

Estaba muerta de miedo, como nunca en mi vida.

¿Yo con un hijo? ¿Yo que le escapaba a las ataduras y responsabilidades? ¿Yo tenía que hacerme cargo de un bebé?

¿Iba a poder?

Estaba llena de culpa, llena de culpa porque llegó sin que lo busquemos y porque llegó a un lugar en donde no sé si va a poder ser feliz…

“Capaz es mejor que no vengas.”

Le envié sin pensar y dejé mi celular a un lado.

El atado de cigarrillos estaba a mi lado y estaba haciendo un esfuerzo sobre humano por no agarrarlo.

Me moría por fumar y salir a correr en la playa, tratando de desquitar todo lo que me pasaba.

Mi celular sonó y era Pedro, atendí temblando y esperé a que hablara él.

- ¿Qué pasa? –Preguntó súper dormido.-
- Lo que te dije.
- ¿Qué pasa? –Repitió con una paz que me estaba violentando.-
- Que no voy a poder.
- Sí que vas a poder.
- Siento que no.
- Sí Rastita, vas a poder y vamos a poder.
- No quiero atarte a algo que capaz…
- No me estás atando a nada, es elección mía.
- Tener un hijo no es elección tuya.
- Tuya tampoco.
- Lo sé, pero…
- Pero nada, no voy a dejarlos solos y no lo hago por obligación.
- ¿No?
- No Pau, obvio que no. –Suspiró.- Me cayó como un balde de agua helada, igual que a vos… Pero no deja de ponerme feliz.
- No puedo dejar de temblar.
- Yo sabía que no tenía que dejarte sola.
- No sé qué hacer para no fumar. –Suspiré y sequé mis lágrimas.- Encima ya fumé un montón antes de saberlo y eso también me llena de culpa.
- Tranquila… El médico dijo que estaban bien.
- Yo no estoy bien en este momento.
- Trata de tranquilizarte.
- No puedo, tengo demasiada culpa. Tengo miedo de no poder, de no poder ser madre, de no poder hacer que sea feliz. ¿Te das cuenta que siempre le escape a estas cosas?
- ¿Te arrepentís de querer tenerlo?
- No Pedro, no es eso.
- ¿Y qué es?
- Pánico.
- ¿Queres que vaya?
- No, no hace falta.
- A mí me parece que sí.
- No, en serio.
- No quiero que pienses que lo mejor es que no vaya.
-Suspiré.- No puedo pensar en nada en este momento igualmente.
- Dale… Voy.
- Tenes que solucionar cosas allá.
- Mi prioridad ahora es que estén bien.
- Ya se me va a pasar.
- Te estoy escuchando llorar.
-Suspiré.- En serio.
- En serio vos.
-Reí.- Basta, nos vemos en unos días.
- ¿Segura?
- Sí…
- Bueno, pero me quedo hablando con vos hasta que te tranquilices.
- Sos muy tierno.
- Me angustia escucharte así.
- Dicen que el embarazo pone muy susceptible a las mujeres.
- Me estoy dando cuenta. –Reímos.-

-

Me quedé hablando con ella más de dos horas y ya era hora de levantarme.

Ese día fui a la universidad a dar de baja mi matrícula, hablé con mi familia y con mis amigos.

Hice los trámites que debía hacer en la prepaga, para que Paula tuviera su carnet y demás cosas.

“Ya hice casi todo.”

“¿Casi todo?”

“Sí, te dije que quiero ir.”

“Sos un tierno… Yo no me pude levantar de la cama.”

“¿Te sentís mal?”

“Sí, bastante…”

“Quedate en la cama entonces.”

“Mañana hablo con el dueño del departamento…”

“No te preocupes, sino lo hacemos juntos.”

“Si me siento mejor, mañana lo llamo.”

“¿Ahora puedo llamarte yo?”

“Mmm… Sí, obvio.”


- Hola. –Me dijo del otro lado.-
- Hola Rastita… Qué lindo escucharte.
-Rio.- ¿Por qué sos tan tierno?
- Es que te imagino con esa pancita y no puedo no serlo.
- Hoy me siento hecha un globo. –Rio.-
- Seguro estás hermosa.
- Mmm… No. –Volvió a reír.-
- Por lo menos te reís.
- Perdón por lo de anoche.
- No tenes que pedir perdón.
- Reaccioné como una nena.
- Reaccionas como podes.
- Perdón, en serio.
- No tengo nada que perdonarte.
-Suspiró.- ¿Seguro?
- Muy seguro. ¿Qué estás haciendo ahora?
- Unas pulseritas, sin moverme de la cama.
- ¿Y comiste?
- Sí, comí…
- Tenes que portarte bien.
-Rio.- Tiré todos los cigarrillos que había en mi casa.
- Entonces te estás portando bien.
- Sí… -Rio.- Igual, va a ser más fácil cuando estés acá.
- Este finde ya estoy ahí, te lo prometo.
- Creo que puedo aguantar. –Reímos.-

Y en ese momento, escuché que dejó el celular y la escuché irse.

- Perdón… -Dijo volviendo a agarra su celular.- Me siento muy mal.
- ¿Por qué no dejas las pulseritas y te acostas?
- Me pone peor no estar haciendo nada, me concentro en que me siento mal. –Rio.-
- Bueno, fijate como te sentís mejor…
- Me matas de ternura.
-Reí.- Bueno, quiero cuidarlos.
- Nos estás cuidando mucho.
- ¿Sí?
- Sí, no te hagas la cabeza.
- Me cuesta.
- Por eso te lo digo…
- Quiero estar ahí.
- Bueno, pero son solo unos días.
- Me hizo mierda escucharte así anoche.
-Suspiró.- Perdón…
- No, no tenes que pedirme perdón.
- Odio reaccionar así.
- Está bien, reaccionamos como podemos.
- Capaz es mejor que dejemos de hablar.
- ¿Por qué?
- No sé si esta conversación va a llevarnos a algún lado.
- Te juro que el fin de semana estoy ahí.
- Está bien, te voy a estar esperando.
- Son solo dos días más.
- Sí… -Suspiró.- Voy a intentar dormir un poco.
- Dale, que descanses.
- Te amo…
- Yo también te amo, mucho.
- Un beso.
- Otro para vos.

Suspiré y corté el celular.

Me sentía un nene que tenía que hacerse hombre y tenía tanto pánico como ella.

No era que no estuviera seguro de que la quería… Pero, entendía que casi ni habíamos estado juntos y de repente tener que hacernos cargo de un hijo era fuerte.

“Te juro que vamos a encontrarle la vuelta a esto Rastita.”

“Confío en vos…”





-

Últimos 5 y no sé en qué momento pasó... Espero que les guste. ♥

jueves, 17 de marzo de 2016

Veintinueve.

Algunos días después, estábamos en la terminal.

- No quiero dejarlos solos. –Dijo mientras nos abrazábamos.-
- No nos estás dejando solos.
- Sí…
- No. –Me separé un poco de él.- No pienses así, son solo unos días.
-Suspiró.- Me cuesta mucho esto.
- Lo sé, a mí también… Fueron pocos días, pero ya me acostumbré a que nos cuides. –Le dí un beso.- Pero, tenes que arreglar tus cosas acá y está bien que sea así.
- Voy a ir lo más rápido que pueda.
- Lo sé… Yo también voy a encargarme de lo que me toca.

Nos abrazamos con fuerza y él besó mi mejilla.

- Va a salir el micro. –Le dije.-
-Se separó un poco de mí.- Manteneme al tanto de todo.
- Tranquilo, te voy a llenar de mensajes todo el día.
- Por favor
-Sonreí y lo besé.- Dale, son pocos días che. –Y pellizqué sus mejillas, él rio.- Sé te nota que te estás tragando las lágrimas.

Pedro rio y yo lo abracé, tomándolo por su nuca.

- ¿Te vas a cuidar?
- Te lo prometo. –Le dije en su oído y me separé de él otra vez.- Dale… Tengo que irme.
- Los amo. –Dijo y me besó.-
-Sonreí.- Nosotros te amamos a vos. –Lo besé.-
- A más tardar en una semana estoy con ustedes.
- Te tomo la palabra eh.
- Es una promesa. -Sonreí y lo besé.-

Él se separó un poco de mí y besó mi panza.

- Nos vemos prontito bebé. –Y volvió a darme un beso allí.-
- Pronto… -Dije y lo besé.-

Luego de darnos un último abrazo y un último beso, me subí al micro y suspiré.

No pude evitar llorar, no podía entender como habían pasado tantas cosas en tan pocos días…

No entendía cómo de golpe todo había cambiado tanto.

Ya habíamos salido hacia rato. Busqué mi celular y le escribí:

“No entiendo mucho como fue que todo esto cambió así, me siento muy rara todavía, pero también estoy feliz.
Te agradezco muchísimo que te lo hayas tomado así, de verdad… Me moría de miedo estando sola, saber que tus brazos están ahí para abrazarme con fuerza hace que no camine tan inestable en este momento.
Gracias por no haberte olvidado de mí, aunque probablemente no era la circunstancia en la que esperábamos encontrarnos, las cosas son así y que el amor entre nosotros siga ahí me hace muy bien. Gracias por haberme esperado y gracias por bancarme así.
Espero tener la fortaleza para que mi mente no me gane una vez más, porque quiero tenerte cerca siempre. Los dos queremos tenerte cerca siempre.
Te amamos y nos vemos prontito, vamos a estar esperándote.”


Se lo envié y suspiré, busqué en mi mochila unas pastillas y me comí una… Alejarme del cigarrillo estaba siendo demasiado complicado.
“Ay, no vale que me hagas esto… No quiero seguir llorando, me siento un nene, jajaj.
Gracias a vos por haberme buscado, por haberte animado a pesar del miedo que tenías. Gracias a vos porque aunque no lo hayamos buscado siento que este es el regalo más grande que puede hacernos la vida.
Te agradezco a vos por haberte permitido dejar de lado tu forma de vida y por poder aceptar que nos amamos, en el fondo sabía que eso algún día iba a pasar y por eso nunca busqué olvidarte.
Siempre voy a bancarte, sé que vamos a estar bien. Lo sé y lo siento.
Ya los extraño. Los amo.”


“Mirar por la ventanilla me está haciendo pensar demasiado y también estoy llorando.”

“Pensa en que te estoy abrazando.”

“Sos tan lindo…”

“Quiero cuidarlos.”

“Haciendo todo lo que estás haciendo, nos cuidas mucho más de lo que te imaginas.”

“Me estoy dando cuenta de que haría cualquier cosa por ustedes.”

“¿En qué momento nos amamos tanto?”

“Mmm… No sé, pero te juro que es real.”

“Lo sé y lo siento.”

“Sé que esto va a crecer mucho más…”

“Ojala que sí. Me estoy quedando sin señal, asique te dejo. En cuanto esto me deje vuelvo a hablarte…”

“Dale, que tengan buen viaje.”

“Eso espero…”

“¿Te sentís mal?”

“Por ahora no…”

“Ojala sigas así. Un beso enorme, a los dos.”

“♥♥♥”



Hablar con mis viejos había sido menos complicado de lo que creía, si bien no era lo que esperaban o deseaban para mí, entendían que era la decisión que tenía que tomar.

- Hagamos esto… Vos te quedas acá, arreglas todo lo que tenes que arreglar, con tus viejos, con la facultad, con todo… Y yo me vuelvo para allá y hablo con el dueño del departamento en el que estoy, para ver como puedo arreglar las cosas, ver si podemos alquilar en otro lado… Dividámonos, sino no vamos a avanzar nunca.
-Suspiré.- No sé si quiero dejarlos solos.
- Son solo unos días.
- Igual…
-Sonrió y acarició mi mejilla.- Son solo unos días.
- Pero te sentís mal todo el tiempo.
- No importa eso.
- Sí que importa.
-Rio.- No tonto, son solo unos días.
- ¿Segura?
- Sí, segura. –Me besó.- Así hacemos todo más rápido.
- Me da cosa…
- Mientras más rápido podamos acomodarnos allá, vas a poder buscar un laburo.
- Sí, eso es verdad.
- Y no es por poner presión, pero no podemos vivir del aire. Yo voy a ver si puedo hacer algo más también.
- Eso dejalo en mis manos.
- Pero…
- No lo vamos a discutir.
-Rio.- Bueno, está bien… No lo discutimos… Ahora. –Reímos y nos dimos un beso.-

Me estaba quedando dormido cuando recibí un wap.

“Ya estamos acá…”


Y me mandó una foto con la mano en su panza.
“Pero que foto tan linda♥. ¿Cómo llegaste? ¿Cómo te sentís?”

“Estoy muy cansada, pero bien.”

“Anda a dormir entonces.”

“Jajajaja, ahora va che. Quería hablar un ratito con vos.”

“Me encanta que quieras hablar conmigo.”

“Jajajaja. ¿Vos cómo andas?”

“Me estaba quedando dormido, así mañana temprano voy a hacer los trámites a la facu.”

“Ah, entonces no molesto.”

“Nunca molestas. ¿Comiste?”

“Ahhhh, pero sos tremendo. Estoy viendo que hay en mi casa, casi nada, jajaja. Creo que voy a tormarme un té con galletitas, me siento medio revuelta.”

“Cualquier cosa que pase, tengo el celular encima.”

“Gracias, pero no te preocupes que vamos a estar bien.”

“Bueno, pero igual…”

“Tranquilo que te mantengo al tanto de todo. Vos a mí también.”

“Sí, obvio.”

“Que descanses… Te amamos y te extrañamos.”

“Yo también los amo y ya los extraño, que descansen.”




-
Quedan seis capítulos y el epílogo... Comenten por favor ♥

miércoles, 16 de marzo de 2016

Veintiocho.

Esa noche, ella estaba en mi cama y yo me acerqué allí.

- ¿Puedo dormir acá? –Pregunté.-
- Pensé que eso estaba claro.
- No sé, capaz te incomoda… Es chica la cama.
- Te suplico que te quedes.

Yo sonreí y me acosté a su lado.

- En serio, me hace bien tenerte cerca.
- A mí también. –La besé.- Intenta descansar ahora.
- Voy a tratar.
- Dale, yo te hago mimitos hasta que te quedes dormida.
-Sonrió.- No podes ser tan tierno. ¿Te das cuenta?
- Quiero que estés bien.
-Suspiró.- No duermo hace varias noches.
- Por eso mismo, tenes que descansar…

Paula cerró sus ojos y se acurrucó.

- Gracias por no desconfiar, por no mandarme a la mierda… Gracias por cuidarnos.
-Besé su frente.- Siempre Rastita.
-Sonrió.- De verdad te lo digo.
- ¿Tenías miedo de qué?
- De que desconfiaras, ibas a tener razón.
- Sé que tus ojos no mienten.

Y yo lo miré con una sonrisa.

- Si en algún momento tenes dudas, yo no…
-La callé posando mi dedo índice en sus labios.- Sacate esa idea de la cabeza.
- ¿Seguro?
- Sí. –La besé.- Sacate todas las cosas negativas de la cabeza.
-Rio.- Eso va a ser jodido.
- Podrías empezar por dormir ahora… ¿No?
- Mmm… Sí.

Ella cerró sus ojos y yo acaricié su mejilla.

- ¿Estás bien? ¿Tenes calor, frío?
-Rio.- Estoy bien, no te preocupes.
- ¿Segura?
- Sí, tranquilo.

Besé su frente y susurré en su oído:

- Estoy muy feliz, a pesar de todo.
-Sonrió.- Yo también.
- Descansa, dale. –Besé su cuello.- Te amo.
- Te amo Pedro.

Me acomodé de costado, sosteniendo mi cabeza con mi brazo y comencé a recorrer su cuerpo con mi mano.

- Relajate y descansa.
-Sonrió.- Gracias.
- No hay nada que agradecer.

Después de un largo rato, Paula se quedó dormida y yo, aunque quisiera, no podía dormirme.

Me senté en la silla del escritorio sin dejar de mirarla en medio de la penumbra.

Me sentía muy chico, demasiado chico… Pero, a su vez la noticia me hacia feliz, sobre todo porque era con ella.

Con ella quería estar para siempre.

Y por supuesto que con nuestro bebé también.

Suspiré profundamente y cerré mis ojos, tratando de imaginar nuestro futuro: los tres juntos en la playa. Sonreí con algunas lágrimas y me dí cuenta que no había mejor elección que ellos.

- Pedro… -Dijo súper dormida.- ¿Qué pasa?
- No me podía dormir.
- Veni…
- No quiero molestar.
- ¡No molestas!
- ¿Segura?
- Muy segura.

Yo sonreí y volví a la cama con ella.

- ¿Estás llorando?
- Sí, un poco.

Paula me abrazó contra su pecho y comenzó a jugar con mi pelo.

- Me imaginaba a los tres en la playa.
-Sonrió y besó mi cabeza.- No vale matarme de amor.
- Es raro escucharte así.
-Rio.- Para mí también es raro.

Me separé un poco de ella y nos sentamos frente a frente en la cama.

- ¿Cuándo cambiaste tanto?
- Vos me cambiaste.
- ¿Por eso me mandaste a la mierda?
-Rio.- Perdón… Pero, en ese momento no podía.
- ¿Y ahora podes?
- No sé si estoy del todo preparada, te soy sincera, pero… Hay alguien que me hace notar que tiene que ser ahora. –Dijo tocando su panza.-
- Te juro que en el fondo lo sabía.
- ¿Qué cosa?
- Que ibas a venir en algún momento.
- Wow, cuánta fe te tenes.
-Reí.- Sabía que lo nuestro no era algo al pasar.
- Al parecer no. –Dijo mirando su panza.-

Uní mi mano derecha a las suyas y nos sonreímos.

- Perdón que sea insistente… ¿Pero de verdad dejarías todo?
- Sí Pau.
- Puedo venir yo….
- Mmm… Me convence más ir para allá.
- ¿Y tu familia?
- Mi familia está cada vez menos acá.
- Igual Pedro.
- ¿Es muy apresurado si digo que ahora mi familia son ustedes?
-Sonrió.- No sé, pero si sé que es muy lindo.
- Pensemos en lo que nos hace bien a nosotros, no en el resto… ¿No te parece?
- Sí, me parece.
- Capaz lo mejor ahora es dormir.
- Vos eras el que estaba despierto.
-Reí.- Ya sé.

Paula tomó mi mano e hizo que nos acostáramos.

-

Salimos del médico y me sentía como si estuviese levitando.

Era una mezcla de infinitas sensaciones la que me recorría el cuerpo.

Tenía un embarazo de 14 semanas y estaba todo perfecto.

Pedro me abrazó por la espalda y besó mi cuello.

- 14 semanas es mucho. –Me dijo riendo.-
-Reí también.- Sí, no pensé que era de tanto.
- Por algo ya se te nota.
- Vos lo notas.
- ¿Vos no?
-Reí.- No, será que siempre fui muy flaca.

Pedro posó mis manos en mi panza.

- Lo importante es que están bien.
-Sonreí.- Sí.
-Besó mi mejilla.- ¿Vamos a mi casa?
- Sí, dale.

En la casa de Pedro vimos una y mil veces la ecografía…

Nunca hubiese creído estar pasando por esto… Como si fuese por arte de magia el miedo desapareció y la felicidad me invadió.

(Y ojala eso durara)

Almorzamos con Pedro y luego estábamos en su habitación.

- El primer paso ya está. –Dijo.-
- ¿Y cuál sería el segundo?
- Hablar.
- ¿Con…?
- Nuestros viejos Pau.
-Suspiré.- Prefiero saltar al tres.
- ¿Por qué?
- No quiero que mis viejos se pongan pesados.
- Van a ser abuelos.
- Sí, ya sé.
- Además, yo tengo que contarles otras cosas…
- Siento que tus viejos me van a odiar.
- No pienses eso.
- Pero…
- Pero nada. –Me besó y yo reí.-

martes, 15 de marzo de 2016

Veintisiete.

- ¿No queres ir a darte una ducha? –Preguntó tomándome por los hombros.-
- No sé.
- Dale, te va a tranquilizar.
- Gracias. –Lo besé.- De verdad, podrías haberme mandando a la mierda.
- ¿Vos pensabas eso?
- No, no sé… Capaz al bebé no, pero a mí sí.
- No puedo dejar de amarte y eso ya lo entendí.

Caminé algunos pasos hacia atrás hasta quedar contra la pared.

- ¿De verdad crees que esto puede funcionar? –Pregunté llena de dudas.-
- ¿La ciclotimia también es del embarazo?
-Reí.- ¿Por qué?
- Porque todo el tiempo me decís algo distinto.
- Perdón, es que tengo miedo.

Pedro comenzó a jugar con una de mis rastas y reí.

- El amor todo lo puede. –Me besó.- Sobre todo si somos tres.
- Me matas de amor. –Sonreí.-
- Ustedes a mí… Ahora que te miro, se te nota un poco.
- Me da vértigo esto.
- A mí también, pero… Ya te lo dije, estamos juntos. –Tomó mis manos y las posó con las suyas en mi espalda.- Dale, trata de dejar de pensar en negativo.
- Me cuesta un poco.
- ¿Te diste cuenta que ahora no decís que no podes…?
- ¿Eh?
- Ahora decís que te cuesta, es un avance.
-Reí.- Puede ser.
-Me besó.- Anda a ducharte que yo te espero con algo rico para comer. ¿Queres?
- Sí, dale. –Nos besamos.-
- Tranqui. ¿Sí?
- Contagiame de esa tranquilidad.

Pedro comenzó besando mi hombro, pasando por mi pecho hasta llegar a mi otro hombro, luego subió por mi cuello, pasó por toda mi cara y terminó en mis labios.

- ¿Así voy bien?
-Sonreí.- Sí. –Lo besé.- Voy a bañarme.
-Reí.- Sí, dale. –Nos besamos.- ¿Me esperas con algo rico y con más besos?
- Con mucho gusto. –Sonreímos y nos dimos un beso.-

-

Paula entró en el baño y suspiré.

Estaba comenzando a caer y me atrevía a decir que tenía tanto miedo como ella, o incluso más.

Preparé una picada y me senté en el sillón a esperarla.

Estaba como tildado, con el miedo tomándome el cuerpo. Sin quererlo, me largué a llorar y nunca noté que Paula estaba viniendo.

Ella no dijo nada, tan solo se sentó en mis piernas y pasó su brazo por atrás de mi cuello, secó mis lágrimas con su otra mano y yo la abracé por la cintura.

- Perdón… -Le dije.-
- No tenes que pedir perdón tonto. –Besó mi sien.-
- Es como un baldazo de agua fría.
-Suspiró.- Sí, lo sé… Para los dos.
- Yo sé que vamos a poder, que vamos a estar bien, pero…
- Pero no lo buscamos y eso es claro.

Yo posé mi mano sobre su panza y la acaricié con mis dedos.

- Mamá y papá te van a cuidar y amar mucho… -Suspiré.- Vamos a enfrentar el miedo que tenemos por vos bebito.

Paula me miraba sonriendo y posó su mano sobre la mía.

- A pesar de todo y de que nunca imaginé esto… -Hizo una pausa.- Es hermoso saber que hay alguien ahí adentro.
- No es solo alguien… -Dije.- Es nuestro bebé.
-Sonrió asintiendo con su cabeza.- De verdad que me tranquiliza mucho que te lo estés tomando así.
- Mmm… Estoy llorando como un nene de miedo.

Nos abrazamos con fuerza y nos quedamos allí durante un rato, sin decir nada.

- ¿Comemos algo? –Pregunté tratando de cambiar el clima.-
- Mmm… Dale.

-

La picada ya se había terminado y nosotros estábamos en el sillón, yo seguía sobre sus piernas.

- ¿Tenes obra social Pau?
- No. –Suspiró.-
- Bueno, entonces vamos a ir como particular la primera vez y después yo me encargo…
- ¿De qué? ¿Con qué plata?
- Tengo ahorros, no pienses en eso.
- Pero…
- ¡Pero nada! No vamos a discutir por plata Pau.
- Te amo. –Dije sin pensarlo demasiado y él sonrió.-
- Ay… Yo también te amo. –Me besó y nos sonreímos.-

Salí corriendo al baño, sin darle demasiadas explicaciones.

- ¡No me digas que te arrepentís!

Yo salí del baño riendo.

- Perdón, me siento mal. –Suspiré.-
- ¿Qué pasa?
- Tengo nauseas.
- ¿Pero me amas?
-Reí.- Sí tonto. –Lo besé.- Que te estés tomando esto así me hace notar que si no es con vos, nunca va a poder ser con nadie.
- ¿Y queres que sea con alguien más?
- No…
- Menos mal. –Reímos y nos besamos.- Anda a acostarte si te sentís mal.
- ¿Soy muy pesada si te pido que vengas conmigo?
-Sonrió.- No… Anda a mi cuarto que ahora voy.
- Apurate.
-Rio.- Ya, ya voy.
- Está bien.

Le dí un beso y me fui a mi cuarto, me acosté en la cama y posé mis manos sobre mi panza.

- Acá estoy. –Dijo entrando, se arrodilló en el suelo y acarició mi frente. Yo sonreí y tenía mis ojos cerrados.-

Sentí que Pedro tomó una de mis manos y puso algo sobre ella.

- ¿Qué es eso?
-Rio.- Miralo.

Yo reí y abrí mis ojos.

- Te lo iba a dar aquel día en la playa… -Hizo una pausa.- Es decisión tuya si queres usarlo o no. –Hizo que cierre mi mano.- ¿Sabes que los anillos de compromiso se usan en el dedo anular izquierdo porque es el único dedo que tiene una vena conectada con el corazón? –Me dio un beso.- Ese día lo leí y pensé que era un lindo regalo, es un anillo simple pero también sé que no te gustan las cosas muy elaboradas. –Yo reí.- Quiero que lo tengas.
-Sonreí y le dí el anillo.- Me lo tenes que poner vos.

Pedro sonrió, agarró el anillo y lo puso en mi dedo. Tomó mi mano y la besó.

- No entiendo como llegamos hasta acá, pero entiendo que es lo que tenía que pasar.

Giré para quedar mirándolo y presioné su mano.

- Sé que si estás cerca de mí no va a pasarnos nada malo.
-Besó mi frente.- Yo voy a cuidarlos.
- Posta que ni ahí es lo que imaginaba para mi vida, pero quiero aprender a disfrutar de esto que creía que no era para mí.
- Es muy lindo lo que decís.
-Reí.- Sentí que se me venía el mundo encima, pero… Tenerte cerca me hace sentir un poco más segura.
- ¿Tan rápido?
-Volví a reír.- Dije un poco. –Reímos y nos dimos un beso.- Quiero ir al médico.
- Mañana vamos.
- ¿Mañana?
- Sí… ¿Por qué?
- ¿No hay que sacar turno?
- Dejalo en mis manos.
- ¿Qué vas a hacer?
- Vos dejame.
-Reí.- Está bien. –Hice una pausa.- ¿Te molestaría mucho venir a la cama conmigo?
-Rio.- Por supuesto que no, pero primero quiero hacer algo.
- ¿Qué?

Pedro levantó mi remera y besó sentidamente mi panza.

- Se te nota un poquito. –Me dijo sonriendo y mirándome.-
- Mmm… Puede ser. –Y posé mi mano allí.-

Él llenó de besos mi panza mientras yo sonreía y luego apoyó su mejilla allí.

- Nunca creí que algo así me iba a hacer sonreír tanto.

Pedro me miró, me sonrió y me besó.

lunes, 14 de marzo de 2016

Veintiséis.

Yo quería hacerme el tranquilo y creo que estaba más nervioso que ella.

Paula se había quedado dormida con su cabeza en mis piernas mientras yo trataba de procesar todo lo que me hacía dicho… Lo cual era complicado. Muy complicado.

Mi mano se posó tímidamente en su panza y cerré mis ojos, tratando de darme cuenta de que esa era la realidad.

Sentí la mano de Paula sobre la mía y abrí mis ojos.

- No quería despertarte. –Le dije.-
- No pasa nada. –Suspiró.-
- ¿Más tranquila?
- Creo… ¿Vos?
- No sé… Es todo muy raro.
- Demasiado.
- Tenes que ir al médico.
- ¿Venís conmigo?
- Sí, obvio que voy con vos.
-Suspiró y cerró sus ojos.- ¿Qué se supone que vamos a hacer?
- Ir de a poco.
- No quiero condenarte a algo.
- No me estás condenando a nada.
- Pero…
- Que esté adentro tuyo es una cuestión biológica, pero los dos somos parte.
- Tengo miedo de que esto se convierta en una carga y me da demasiada culpa hablar así de un hijo.
- Ahora estamos los dos shockeados, pero con el tiempo vamos a poder adaptarnos y quererlo…
- Yo ya lo quiero. –Dijo tocando su panza.- Pero me muero de miedo igual.
-Suspiré aliviando y posé mi mano sobre la suya.- Yo también los quiero.
-Sonrió.- ¿Puedo quedarme acá?
- ¿Ahora?
- Un rato.
- Todo el tiempo que quieras.
-Suspiró.- Gracias… Tenía miedo de cómo reaccionaras.
-La besé.- No me lo tenes que agradecer.
- Me siento una nena de tres años perdida en el medio de una revolución.
-Entrelacé mis dedos con los suyos.- Vos podes.
- Mmm…
- No me digas no puedo.
-Rio.- Es que…
- Podes.
- No sé Pedro.
- ¡Podes! –La besé.- Tratemos de que esto nos sirva.
- ¿Para?
- ¿Cambiar?
- Que me estés chapando no quiere decir nada.
- ¿Y que nos sigamos amando tampoco?

Paula se sentó frente a mí y suspiró.

- No sé…
- ¿Vas a seguir escapándote?
- Creo que ya no puedo.
- Entonces voy a ganar, al menos por cansancio. –Rio.- Me gusta que te rías. –Y la besé.-
-Suspiró.- ¿Vos no tenes miedo?
- Pánico Pau, pero estamos juntos y eso me tranquiliza.
- Ojala pudiera tranquilizarme de alguna manera.
- Tengo una idea.
- ¿Cuál?
- ¿Estás en una pensión, no?
- Sí.
- Bueno, vamos a buscar tus cosas…
- No, acá están tus viejos. No.
- Mis viejos están de viaje, mi viejo se fue a un congreso y mi vieja lo acompaño.
- ¿Seguro puedo quedarme?
- Obvio que sí. –La besé.- Dale. –Sequé sus lágrimas y la besé otra vez.-
- Está bien.
- Dale, vamos.

Me levanté de la cama y le dí las manos para que se levante también.

- ¿Queres lavarte la cara?
- Sí…

La acompañé hasta el baño y la esperé, cuando salió la abracé por el costado y besé su hombro.

- Vamos a estar bien.
- Lo dudo.
-Besé su mejilla.- No dudes.
- Me cuesta.
- Lo sé… Pero, ya te lo dije, estamos juntos.
- ¿Y si no puedo?
- Vas a poder. –La abracé.- Vas a ver…
- Te juro que no sé.
- Por algo la vida nos puso a este bebé en el camino.
- ¿Para?
- Para unirnos.
-Suspiró.- No confío en que la vida sea tan inteligente.
- ¿Por qué? –Me separé un poco de ella.-
- Porque siempre se cagó en mí.
- Bueno, capaz esta vez sea distinto.
- Ojala.
- Vas a ver que sí. –La besé.- Dale, vamos.

La tomé de la mano y salimos de mi casa, pasamos por la pensión a buscar sus cosas y aunque no quiso, pagué yo.

Luego de dejar su bolso en mi casa, caminamos juntos hasta una plaza. Ella estaba sentada contra un árbol con sus piernas estiradas y yo enfrente de ella, con mis piernas cruzadas y arrancando el pasto del suelo.

- ¿Tus viejos lo saben?
- No.
- ¿No vas a verlos estando acá?
- No Pedro, así no puedo ver a nadie.
- Pau…
- No me enrosques con cosas que en este momento no me preocupan.
- No seas tan dura.
- ¿Con qué soy dura?
- Con vos.
- Mmm…
- Sí Rastita. –Ella sonrió.- No es la muerte de nadie, todo lo contrario.

Y me acerqué a besar su panza, una sensación demasiado linda me recorrió el cuerpo.

- ¿Vos me crees?
- ¿Con qué? –La miré extrañado.-
- Si me pedís un ADN no me voy a enojar…
- Yo confío en vos.
- ¿Seguro?
- Sí Pau. –La besé.-
- Nunca nadie confía en mí, menos los tipos.
- Los tipos que te usan, no… Pero yo sí. –Y me sonrió.- ¿Te das cuenta que dejarte usar por los tipos es una mierda, no?
- Sí… -Hizo una pausa.- Te juro que desde esa vez que nos vimos nunca estuve con nadie.
- Te creo, no me lo tenes que jurar. –La besé.- Quiero que me cuentes…
- ¿Qué?
- No sé, cómo estás, cómo te sentís… ¿Te duele algo? ¿Tenes nauseas?
-Sonrió.- Me duelen mucho los pechos, siempre que me despierto estoy mareada y a veces tengo nauseas, por suerte no siempre.
- ¿Hace cuánto lo sabes?
- Un par de días, pero tenía la ilusión de que fuese mentira… Al tercer test, me vine para acá.
- No quiero que estés sola.
- Estoy sola siempre.
- No, ahora no. –Toqué su panza.- Ni este bebito ni yo vamos a dejarte sola. –Sonrió.- ¿Me vas a dejar que te cuide?
- Sí…
- ¿Y que te ame?

Ella cerró sus ojos y asintió. Yo la besé y nos abrazamos.

- No quiero que volvamos a separarnos. –Me dijo en medio de un llanto que la ahogaba.- Aunque me muera de miedo.
- No nos vamos a separar. –Besé su cuello.- Y por favor, deja de llorar.
- Creo que ese es otro síntoma. –Reímos.-
- No quiero dejarte sola, de verdad.

Pau se separó de mí y secó sus lágrimas.

- ¿Te das cuenta que tenemos vidas completamente distintas y en lugares distintos?
- Yo largaría todo por ustedes y te lo estoy diciendo muy en serio.
- Pero Pedro…
- ¿Qué? Dejame que lo haga.
- Es una locura.
- El amor es el único que nos puede llevar a hacer locuras. –Sonrió.- Además, desde que te conocí que no me siento cómodo acá.
- ¿No lo estás diciendo como un impulso?
- No, te juro que no.
-Suspiró.- ¿Y de qué vamos a laburar?
- Vos podes seguir haciendo lo que haces y yo… Veré.
- Pero… ¿Y si no podemos?
- Vamos a poder, te lo prometo.

Paula sonrió y yo la besé.

- Dale, no pienses más en esas cosas. –Volví a besarla.-
- Mi cabeza va más rápido que cualquier cosa en este momento.
- Tranquila, hey… Estoy acá.

Nos sonreímos y nos abrazamos.




-

Se acerca el final... ♥


domingo, 13 de marzo de 2016

Veinticinco.

Después de algunas horas… 


“¿En dónde estás?”

“En una pensión, podemos encontrarnos en donde quieras.”

“¿Es muy necesario que nos veamos?”

“Sí Pedro…”


Me pasó la dirección de su casa y sentía mi cuerpo temblar de pies a cabeza y un poco más también.


“¿Puedo ir en un rato?”

“Sí, voy a estar en mi casa.”


Suspiré y salí de la pensión, no recordaba demasiado las calles pero, dentro de lo mal y nerviosa que estaba, llegué rápido.

Claro que cuando estuve delante de su puerta los nervios se multiplicaron.

- ¿Sos vos?
-Suspiré.- Sí. –Y sequé mis lágrimas.-

Pedro abrió la puerta y nos quedamos mirándonos algunos segundos.

- Hola. –Dije temerosa.-
- Hola. –Rascó su sien y caminó hacia dentro de su casa.- Pasa si queres.

Yo entré lentamente a su casa y cerré la puerta.

- ¿Cómo estás? –Preguntó.-
- No sé, necesito hablar con vos.
- ¿De qué?
- No es una boludes.
- Bueno, entonces habla.
- ¿Podemos sentarnos?
- Vamos a mi cuarto.

Pedro caminó en dirección a su cuarto y yo lo seguí, más inestable que nunca.

Nos sentamos en su cama, frente a frente. Yo crucé mis piernas y no podía creer lo que me temblaban las manos, tampoco lo que estaba llorando.

- No llores. –Tomó mi mano.-
- Ay, perdón.
- No tenes que pedir perdón.
- Yo sé que te hice mierda y quisiera no estar acá.
- ¿Me podes decir qué pasa?

Yo negué con mi cabeza y volví a desarmarme llorando.

- ¿Queres tomar un poco de agua? –Asentí.- Ahora te traigo.

Pedro se fue en busca de un vaso de agua y me lo ofreció.

- Gracias. –Dije agarrando el vaso y tomé un poco.-

Pedro quitó el vaso de mis manos y casi por impulso, nos abrazamos.

- No llores. –Besó mi mejilla.- No importa lo que pasó, no te haría nada malo.
- Perdón.
- ¿Por qué?
- Por todo y por estar acá ahora.
- No pidas perdón.
- Abrazame fuerte, por favor.

Él me abrazó más fuerte y yo me acurruqué en él.

- Tranquila. –Dijo acariciando mi espalda.-
- Me siento una boluda.

Se separó un poco de mí y secó mis lágrimas con sus dedos, luego tomó mis manos.

- ¿Lo que me tenes que contar te tiene así?
- Mmm… Creo.
- Contame, capaz te haga bien sacarlo afuera.
- No es algo fácil.

Suspiré profundamente y cerré mis ojos.

- Y no sé si es lo mejor que podría pasarnos.
- ¿Pasarnos?

Abrí mis ojos temerosa y no lo dilaté más.

- Estoy embarazada Pedro. –Le confesé.- Y es tuyo, porque no estoy con nadie desde antes de la última vez que nos vimos…

Y mi cuerpo temblaba como nunca en mi vida. No exagero.

Solté mis manos de las suyas y quise salir corriendo, pero él me frenó.

- No para Pau, para.
- Solo tenías que saberlo…

Y quise irme otra vez, pero Pedro tomó mi mano.

- Vení…

Hizo que me sentara otra vez en su cama y yo no podía dejar de llorar.

- Primero, tranquilizate un poco.
- No puedo Pedro, te juro que no puedo.
- ¿Vos estás segura?
- Me hice tres tests… Todos dieron igual. –Suspiré.-
- ¿Pero fuiste al médico?
- No, no me animo. –Sequé mis lágrimas.- Te juro que no sé qué hacer.
- ¿La última vez no nos cuidamos?
- No, fuimos unos calentones de mierda. –Dije con bronca.-

Pedro no dijo más nada y me abrazó.

- Tranquila, va a estar todo bien.
- ¿Cómo Pedro?
- No sé, pero tenes que confiar.

Dejé pasar algunos segundos en sus brazos y me separé de él.

- ¿Padres? ¿Nosotros? ¿Te das cuenta que es una locura?

Pedro tomó mis manos y las acarició con sus dedos.

- Sea una locura o no… Es.
- Me muero de miedo, como nunca en mi vida.
- ¿Vos queres tenerlo?

Cerré mis ojos y dejé caer varias lágrimas.

- Me muero de miedo.
- ¿De qué?
- De tenerlo.

Lo abracé por el cuello y me aferré a él. Pedro me abrazó la cintura y se largó a llorar conmigo.

- Perdón, pero no podía sola.
- No tenes que pedir perdón, no lo hiciste sola.
- Lo sé…
- Tranquila, no llores más.
- Vos tampoco.
- Va a estar todo bien. ¿Sabes?

Y nos abrazamos aún más fuerte.

- Nunca pude dejar de amarte. –Susurró en mi oído y yo cerré mis ojos con fuerza.-
- Yo tampoco.

Suspiré y se separó un poco de mí, me besó y luego unió nuestras manos, las cuales llevó a mi vientre.

- Es algo hermoso.
- No sé si voy a poder Pedro.
- ¿Cómo no vas a poder?
- Vivo cada vez peor, no tengo plata. No tengo nada.
- Yo no voy a dejarlos solos.
- ¿Te das cuenta que vivimos a 360 kilómetros?
- Puedo seguirlos hasta el fin del mundo.
- Para, ya estás flasheando una familia vos.
- ¿Está mal?
- No sé, no sé nada. Yo no quería esto para mi vida y me llena de culpa.
- ¿Estás segura que queres tenerlo?
- ¿Vos no?
- Te estoy preguntando a vos.
- Sí… ¿Vos?
-Sonrió.- También.

Volvimos a besarnos y a abrazarnos.

- Pero siento que me voy a morir de todo lo que me está pasando.
- Tranquila, de verdad que yo voy a estar.
- Te hice mucho mal.
- Eso ya pasó.
- Pero…
- Ya pasó. –Besó mi mejilla.- Ahora lo importante es que dejes de llorar.
- No sé si voy a poder.
-Rio.- ¿Cómo no vas a poder? Veni…

Hizo que me acostara en la cama y apoyara mi cabeza en sus piernas.

- Tranquila. –Besó mi mejilla y yo cerré mis ojos.-




-



Y sí, la mayoría lo supuso muy bien...

¡Diez últimos capítulos!

sábado, 12 de marzo de 2016

Veinticuatro.

Caminaba de un lado al otro con un estado de nervios que nunca jamás en mi vida había sentido.

Me temblaba desde la punta del pelo hasta los pies e incluso más.

Al temblor se le sumaron las lágrimas que salían sin piedad de mis ojos y el miedo que me había tomado el cuerpo sin permiso.

No podía ser real. Definitivamente no podía ser real. ¡No podía estar pasándome esto a mí!

Refregaba mis ojos una y otra vez, pero nada cambiaba. Seguía allí: inmutable.

Sentía el mundo caído sobre mi espalda.

Busqué mi celular, pero escribirle no era una opción.

Lo llamé a Teo:

- Te necesito.
- ¿Qué pasa?
- ¿Podes venir?
- ¿Me podes decir qué pasa?
- Necesito verlo a Pedro.
- ¿Pedro?
- Pedro nene. ¡Pedro!
- ¿Pero qué pasó?
- ¿Vos podes llevarme a Buenos Aires?
- ¿Eh?
- SI no podes, me busco un micro.
- ¿Me podes explicar qué pasa?
- No, por acá no.
- ¿Y si voy a tu casa?
- Necesito viajar a Buenos Aires.
- Primero necesitas tranquilizarte, estoy yendo a tu casa.
- No me trates como a una nena.
- Paula, no te pongas en caprichosa.

Le corté el celular, me preparé un bolso, agarré algo de plata y salí para la terminal.

¡Algún micro tenía que haber!

Y había… Dentro de tres horas. Okei. ¡La que faltaba!

Dudé una y mil veces en la posibilidad de escribirle, pero preferí esperar a estar allá.

- Teo. ¿Qué pasa?
- ¿En dónde estás?
- No importa.
- ¿Estás en la terminal?
- Sí, por irme.
- ¿Por qué tan de repente?
- No importa.
- Sí que importa.
- No Teo, te voy a cortar.
- ¿Me podes avisar cuándo estés allá?
- Sí…
- Cuidate, por favor.
- Me cuido, tranquilo.
- Te quiero pendeja.
-Sonreí.- Yo también te quiero.

Suspiré y corté el celular.

Me sentía al borde del abismo, a punto de caer.

Me compré algo salado porque sentía mi presión por el piso…

Por fin llegó el maldito micro y fue el viaje más interminable de mi vida.

Mi cabeza no frenó ni un segundo.

Estar en Buenos Aires otra vez era demasiado extraño, pero lo más extraño de todo era la situación.


“Estoy en Buenos Aires y necesito verte.”

“¿Paula?”

“Sí… ¿Dónde podemos vernos?”

“¿Qué? Para un poquito.”

“Es importante.”

“Importante es lo mierda que me hiciste.”

“Por favor Pedro.”

“¿Qué queres?”

“No puedo decírtelo por acá.”

“No podes… Otra vez.”

“Te juro que esta vez es real.”

“No jures.”

“Necesito verte.”

“¡No Paula!”


Okei Pedro. ¡Okei!

Después de conseguirme un lugar en donde quedarme, le envié la dirección: 

“Estoy acá y mi número es este. NECESITO hablar con vos y me voy a quedar acá hasta que hablemos.”

“Yo no quiero verte.”

“No sabes lo que quisiera poder evitar esto.”

“No entiendo nada.”

“Yo tampoco.”

“¿Cómo te da la cara para aparecer así?”

“No vine a buscarte a vos si es lo que te incomoda.”

“¿Y a qué viniste?”

“Tengo que contarte algo.”

“¿Tiene que ver con nosotros?”

“Creo que sí.”

“Decímelo por acá.”

“No, necesito verte Pedro.”

“Verte me va a desarmar.”

“Es importante de verdad.”

“No sé si puedo Paula.”

“Te voy a esperar lo que sea necesario porque tenes que saberlo.”


Me dí una ducha tratando de recuperar la calma que hacia eternas horas no sentía.

-

¿Cómo le daba la cara para aparecer así después de tanto?

¿Cómo podía ser tan cara rota?

“¿No se te cae la cara?”

“Cuando te cuente, te vas a dar cuenta de por qué estoy acá.”

“¿Y si no nos vemos?”

“De alguna manera vamos a vernos.”

“No presiones vos ahora.”

“No es por nosotros Pedro.”

“¿Y por qué es entonces?”

“Por algo que tiene que ver con nosotros.”

“Decime qué.”

“Por acá no puedo.”

“¡Paula! ¡No me boludees!”

“No te boludeo, no sabes cuánto quisiera evitar y evitarte esta situación, pero no puedo…”

“No sé si puedo verte Paula.”

“Cuando puedas, donde quieras.”

“Pero…”

“Es importante y tenes que saberlo.”

viernes, 11 de marzo de 2016

Veintitrés.


Crucé a la playa y me dejé caer en la arena, mirando el cielo nublado, estaba igual que yo.

“No recordaba haber llorado así por alguna mujer… Bueno, en realidad vos sos la primera mujer por la que lloro, pero sé que no puedo obligarte a algo que no queres, tampoco lo haría.
Pero, tampoco puedo callarme todo lo que siento. Me enamoré de vos y te amo Rastita, no lo puedo evitar y tampoco sé si quiero evitarlo, en realidad uno no puede manejar lo que siente y lo que siento es esto.
Te juro que quisiera poder hacer algo para que puedas animarte, para que te des cuenta de que sos una mina hermosa que vale una banda y de que existe un hombre capaz de amarla y cuidarla, pero solo no puedo… Las relaciones necesitan de dos partes y solo contra la corriente, no puedo.
Perdón, sé que ninguno de los dos buscaba esto el día que nos conocimos, pero al contrario de lo que vos decís, yo agradezco haberte encontrado: me hiciste sentir cosas muy lindas, los momentos que pasé con vos dudo poder olvidarlos. Es la primera vez que me siento enamorado de verdad y eso te lo agradezco, aunque no pueda dejar de llorar.”

“Basta, te lo suplico.”

“Voy a estar esperándote este sábado en la playa, a las ocho de la noche… Si no venís, voy a entender que se termina para siempre.”

“No te hagas ni me hagas esto.”

“No voy a bajar los brazos tan fácil.”

“Te vas a hacer mierda.”

“Ya estoy hecho mierda.”

“Perdón.”

“Voy a estar esperándote.”


Y guardé el celular en el bolsillo de mi buzo.

-

¿Tan complicada me la iba a hacer?

¿Cómo iba a hacer para no ir? ¿Para aguantarme las ganas de verlo una vez más?

Esa tarde debí volver a la feria y le pedí a Teo que me acompañara, no soportaba estar sola.

- No seas boluda, es lo único que te digo.
- No voy a ir.
- ¿Estás segura?
- No.
- ¿Por qué sos así?
- No puedo.
- ¡Veinte veces dijiste no puedo!

Yo me encogí de hombros y atendí a una clienta.

- Lo puedo decir cien si queres. –Dije volviendo a mirarlo.- No puedo es no puedo.
- Tu no puedo es un no quiero, un no me animo.
- Puede ser.
- ¿Y así de tranquila lo decís?
- No voy a ir, prefiero seguir así.
- ¿De verdad?
- En algún momento me voy a olvidar de él.
- ¿Estás segura?
- Dicen que no hay mal que dure cien años.
- Paula, tiras cualquiera.
-Reí.- No me ayudas así.
- Ayudar no siempre quiere decir estar de acuerdo.
- ¿Vos de verdad me ves estando en pareja con alguien?
- ¿Por qué no nena?
- Porque no sirvo para eso.
- Vos crees que no servís.
- Lo intenté y no pude.
- No todos los tipos somos iguales.
- Esta charla es un deja vu. –Reí.-
- Tu vida es un deja vu, siempre haces lo mismo. ¡Dejas ir lo que te hace bien!
- No me enrosques.
- Quiero que reacciones.
- Teo… Basta.
- ¿Para qué me llamaste?
- Para que mi cabeza no labure de más y la haces laburar vos.

Teo se levantó y me miró.

- Cuando te quedes sola, no me digas que no te avise.
- ¿Te vas a ir?
- Me duele verte así Paula. –Hizo una pausa.- Yo te quiero y me importas de verdad, sos como mi hermana y no es un decir… No me gusta verte con los ojos tristes, ni me gusta ver como dejas que los tipos te manoseen, te cogen y te dejen sola. ¡No me gusta y no te lo mereces!

Y yo no pude evitar que mis ojos se llenaran de lágrimas.

- Tenes que aprender a valorarte… Porque es obvio que si no te queres a vos misma, no vas a poder dejar que nadie te quiera.
- Dejame sola Teo.
- Después no me digas que no te avise.

Teo se fue, yo “cerré” mi stand y salí corriendo de allí, corrí hasta la playa y corrí durante un largo rato allí.

¡La puta madre!

Me dejé caer de rodillas en la arena y lloré sin piedad, sin filtro.

-

Los días pasaban y yo no recibía nada de su parte…

Era sábado y tal como le había dicho, iba a estar en la playa esa noche.

Me había quedado en un hotel y la reserva era hasta esa tarde, mis expectativas de que vaya eran cada vez menos.

Mi bolso ya estaba en el auto y era casi cantado que esa noche volvería a mi casa.

-

Luego de fumarme un atado entero de cigarrillos y empastillarme con diversas aspirinas, ansiolíticos y tranquilizantes, uno de cada uno para ser más exacta, me metí debajo de las mantas de mi cama y cerré mis ojos.

Era hora de volver a la normalidad.

-

Me sentía el más pelotudo del universo.

Cinco minutos más pasaron y decidí volver al auto por varias razones:

a- Me sentía un pelotudo.
b- Tenía mucho frío.
c- No vendría.

“Fue hermoso conocerte Rastita, me llevo un recuerdo demasiado lindo de vos y aunque me lo pidas, tu pulsera sigue en mi muñeca y sacarla me va a llevar mucho tiempo. Ojala que algún día esa filosofía de vida que tenes te haga realmente feliz, o que aparezca un hombre por el que de verdad te animes a cambiar.
Ojala vos también tengas un recuerdo lindo de mí.
Posiblemente esta sea la última vez que te hable, asique vuelvo a decirte que te amo y que estoy enamorado de vos, con locura… Tenía toda la intención de ayudarte a que te animes, pero no fue suficiente y está bien, supongo que las cosas deben ser así.
Que seas feliz. Un beso por cada rasta que tenes en la cabeza.”

Sonreí en medio de las lágrimas y no pude evitar enviarle otro mensaje:

“Te amo Rastita…”

-

Leí sus mensajes varias horas después cuando me desperté y dudé varias veces en si responderle o no, pero teniendo en cuenta que sería la última vez, creía que se merecía una respuesta de mi parte.

“Te deseo de todo corazón que pronto puedas olvidarte de mí y que la vida te cruce con una mina que de verdad sea para vos.
Sos un ser humano hermoso, gracias por los momentos que pasamos… Me quedo con eso.
Y perdón.”


Lo vio y no me respondió más… Está bien, era lógico que no lo haga.


-

Leí su respuesta y tan solo quería que la tierra me tragara.

“Cuenta la historia de un mago que un día en su bosque encantado lloró.
Porque a pesar de su magia no había podido encontrar el amor.
La luna, su única amiga le daba fuerzas para soportar todo el dolor que sentía por culpa de su tan larga soledad.
Es que él sabía muy bien que en su existir nunca debía salir de su destino.
Si alguien te tiene que amar, ya lo sabrás sólo tendrás que saber reconocerlo.
Fue en una tarde que el mago paseando en el bosque la vista cruzó con la más dulce mirada que en toda su vida jamás conoció.
Desde ese mismo momento el hada y el mago quisieron estar sólos los dos en el bosque amándose siempre y en todo lugar.
Y el mal que siempre existió, no soportó ver tanta felicidad entre dos seres.
Y con su odio atacó, hasta que el hada cayó en ese sueño fatal de no sentir.
En su castillo pasaba las noches el mago buscando el poder que devolviera a su hada, su amor, su mirada tan dulce de ayer.
Y no paró desde entonces buscando la forma de recuperar a la mujer que aquel día, en medio del bosque por fin pudo amar.
Y hoy sabe qué es el amor, y que tendrá fuerzas para soportar aquel conjuro.
Sabe que un día verá su dulce hada llegar y para siempre con él se quedará.”




-


No se me enojen mucho con los hechos ocurridos en el capítulo, jaja

https://www.youtube.com/watch?v=Cg42WGAb8BM La leyenda del hada y el mago - Rata Blanca.