jueves, 10 de marzo de 2016

Veintidós.

Me fui algo enojado de su casa, con mi bolso y ganas de largarme a llorar como un nene.

Me subí al auto y arranqué sin rumbo alguno.

“Te juro que quisiera poder, pero no sé cómo, no encuentro la manera ni el camino. No puedo, mi cabeza se configuró así y no puedo cambiarle el disco rígido.
Deseo de verdad que nunca nos hubiéramos encontrado, para que no estemos los dos así, pero sobre todo para que vos no estés así porque no te lo mereces, sos hermoso y no te hablo solo de lo bueno que estás, te hablo de que sos una persona hermosa y que se merece algo mucho mejor que esto. Te mereces alguien que te pueda querer sin miedo, alguien a quien puedas querer sin miedo.
Yo vivo con miedo, no lo puedo evitar, no lo puedo apartar. No puedo, ya lo intenté mil veces y no puedo.
Capaz era mejor que no vinieras, capaz era mejor que yo no te mande ese mail.
Capaz era mejor no habernos conocido.”


Y después de escuchar ese audio mis lágrimas aumentaron en cantidades considerables.

“¿Te das cuenta que a todo lo que decís le pones un “no puedo” adelante? ¿Te das cuenta de que te estás condenando a estar sola?
Te estás condenando a la soledad, a que no exista una persona que le importes, que se preocupe por vos, a que no haya nadie que te dé un beso o te mire a los ojos… Estás haciendo que no haya nadie para darte un abrazo cuando lo necesitas.
Te estás privando de la posibilidad de que alguien te quiera y te estás robando la posibilidad de querer.
No sé que es lo que merezco yo, lo que sé es que me gustaría que seas esa mujer con la que me una mucho más que unos días en la costa.

Pero… Ya sé: no podes.”


Suspiré y lo envié. Recibí un wap por escrito.

“No, no puedo.”

“Está bien… Si eso es lo que queres.”

“Olvidate de mí.”

“Ojala pueda Paula.”

“Sacate mi pulsera, yo voy a hacer lo mismo.”

“No sé si voy a poder.”


“Tirala al mar, deja que la naturaleza se lleve esta mentira.”

“No es una mentira. ¡No es una mentira que te amo!”

“¿Amarme?”


Y comencé a grabar un audio otra vez:

“Sí Paula, amarte. Te amo, te amo y no lo puedo evitar. Me enamoré de vos, me tenes atado de pies a cabeza. Lo único que quiero es estar cerca tuyo y no te das una idea de lo que me duele que vos no quieras lo mismo.
Busqué evitarlo… ¡Pero me enamoré!”

Me respondió con otro audio en el que casi no tenía voz por el llanto.

“No, no podes estar enamorado de mí.”

Y continuamos hablando por audios:

“Sí que puedo Paula. ¡Me enamoré!”

“Yo también me enamoré de vos… Y eso es lo más mierda de todo.”

“Enamorarse no es una mierda.”

“Para mí sí.”

“¿Podemos vernos?”

“No, no quiero verte otra vez.”

“Por favor… Merecemos que nos digamos esto mirándonos a los ojos.”

“No sé si lo soportaría.”

“Tenemos que ser maduros.”

“No puedo ser madura.”

“¡Deja de decir que no podes! Estoy yendo a tu casa y no voy a moverme de ahí hasta que me abras.”


Y eso es lo que hice. Dejé el celular en el asiento del acompañante y me dirigí otra vez a su casa.

Pasé varios minutos arriba del auto, tratando de tranquilizarme…

Pero, no podía. Bajé y toqué la puerta.

- Es verdad que no voy a irme hasta que me abras Paula.
- ¡Andate Pedro!
- No me voy a ir.

Y me asomé por la ventana.

- No voy a irme.
- Pedro, por favor. –Dijo sin mirarme.-
- Por favor vos, no tengas actitud de nena.
- ¡Hago lo que puedo!
- ¿Podes algo?
- No me forrees.
- ¿Podes abrirme?
- No Pedro. ¡Andate!
- Necesito hablar con vos.
- Bueno, yo no.
- Estamos hablando eh.
- No me trates así.
- Porque vos me estás tratando divino.

Paula abrió la puerta llena de bronca, tiró las llaves contra la mesa y se sentó en la mesada de la cocina sin dejar de llorar.

Yo me senté en una silla y traté de que las lágrimas no me ganaran, me dí cuenta que estar tan lejos era en vano… Asique me paré frente a ella.

- Estoy enamorado de vos. –Le dije sin vueltas.- Y vos también estás enamorada de mí, pero claro… ¡No podes!
- ¿Podes dejar de forrearme así nene?
- ¡Necesito que reacciones!
- ¡Y yo necesito que te vayas de mi casa!
- ¿Por qué te haces esto?
- ¿Qué es esto?
- Robarte a vos misma la posibilidad de ser feliz con alguien.
- Porque soy así.
- Tus argumentos son de nena. ¿Te das cuenta, no?
- Son los que tengo, seré una nena. –Y se encogió de hombros.-

- ¡Reacciona Paula! ¡Sos una mujer!
- Con actitudes de nena.
- ¡Deja de ser tan cerrada!
- ¡No puedo Pedro!

Se alejó de mí estallando en llanto.

- ¡No puedo! –Gritó.- Y no voy a poder.
- Deja de ser tan negativa.
- Soy así.
- ¿Te gusta ser así?
- No.
- ¿Y entonces?
- ¡Andate!
- No quiero.
- Pero es mi casa.
- ¡Pero me importas y no quiero dejarte así!
- Mandarte ese mail fue un error muy grande.

Dijo deslizándose por la pared, hasta quedar sentada en el suelo con su espalda contra la pared.

- Andate, porque si sigo llorando así me voy a morir.

Yo no dije más nada y me acerqué a ella. Me senté a su lado y la abracé por el costado, su cara se escondió en mi pecho y me abrazó por la cintura.

- Andate, por favor te lo pido.
- No puedo renunciar a esto.
- Hacelo…
- No Paula.
- Por favor Pedro, no sirvo para esto.
- ¿Por qué no lo intentas?
- No me insistas, me pones peor.

Yo suspiré, me separé un poco de ella y la tomé por las mejillas.

- No voy a dejar que esto se termine acá.
- Por favor…
- No me vas a hacer cambiar de opinión. –La besé.- Te amo. –Dije mirándola a los ojos y le dí un último beso.-

Me levanté y salí corriendo de su casa.




-

Aguante el bardo chiquis!

8 comentarios:

  1. Caaamilaaa ahre
    Es genial la novela pero si no subis uno mas cascoteamos el rancho (?

    ResponderEliminar
  2. Esta re buena esta novela me encanta esta bardo que se armó

    ResponderEliminar
  3. Nooo!!! jajajja juro que a Paula le daria una cachetada para que reaccione jajajajaja ojala que lo haga!

    ResponderEliminar
  4. Xq que no reacciona esa mujer!!! Que empiece a "poder" ja!

    ResponderEliminar