martes, 8 de marzo de 2016

Veinte.


Después de comer unos tostados, estábamos sentados en la cama.

Bueno, en realidad él estaba sobre la cama y yo sobre sus piernas.

- Tengo feria… -Suspiré.- Pero, me quiero quedar acá. –Y me acurruqué en él.-
- Vamos juntos.
- Pero…
- Dale che, no pierdas un día de laburo.
- No estoy vendiendo mucho igual. –Dije un poco preocupada.- Ya sé que es invierno, pero en otros inviernos hubo mucha más gente.
- Si queres yo te hago publicidad.
-Reí.- Sos un tarado.
- Dale, vamos. –Dijo haciéndome cosquillas.- Llevamos mate y te acompaño.
- ¿Seguro?
- Obvio que sí.
-Sonreí.- Sos muy lindo. –Lo besé.-
- Vos sos linda. –Nos besamos y reímos.-
- Me doy una ducha rápida y vengo.
- Te espero acá, aprovecho para hablar con mis viejos.
- Dale.

Me duché lo más rápido que pude porque era tarde y luego preparamos el mate con algunas galletitas.

Fuimos en el auto de Pedro hasta la feria y luego de quitar la manta que cubría las cosas que vendía, acomodé un poco todo y nos fuimos con Pedro detrás del mostrador.

- Veni… -Dijo tomándome por la cintura, ya que aún no me había sentado.-

- ¿A dónde?
- Acá. –E hizo que me siente sobre sus piernas.- ¿Estás bien?
- Sí… ¿Por?
- Tenes la carita medio triste.
- No, no es eso. Es que me sigue doliendo la cabeza.

Y sentí la mano de Pedro subir por mi espalda hasta mi nuca, para comenzar a hacerme masajes. Yo cerré mis ojos e intenté relajarme.

- Relajate che. –Y besó mi mejilla, yo reí.-

Pasamos la tarde y la noche juntos allí, la realidad era que Pedro me había ayudado muchísimo y convenció a bastantes clientes que se hubiesen ido sin comprar nada.

- Gracias. –Le dije acomodando la plata y cerrando el bolsito donde la tenía.-
- ¿Por qué?
- Hiciste un montón de ventas.
-Rio.- No hice nada…
- Sí que hiciste. –Le dí un beso.- Tenes que enseñarme esas tácticas.
- Puedo enseñarte todo lo que quieras. –Dijo abrazándome por la cintura.-

- Sos tremendo eh. –Y lo abracé por el cuello.-
- Es que sos hermosa. –Yo reí y nos besamos.- ¿Me aceptas una invitación?
- ¿A dónde?
- A comer.
- Mmm… ¿Pero a dónde?
- Vos conoces acá.
- Pero nunca voy a comer afuera. –Reí.-
- Entonces nos arriesgamos por algún lugar. ¿Queres?
- Dale.

-

Salimos con Paula de allí y cenamos juntos en un restaurant.

Como el centro estaba abierto, salimos a caminar un rato, eran vacaciones de invierno asique había bastante gente.

- Te estás congelado. ¿No? –Y besé su mejilla.-
-Rio.- Sí…

La abracé por el costado y froté su espalda y sus brazos con mis manos.

- ¿Queres que tomemos un café y volvemos?

- Prefiero comprar chocolate y hacer el café en casa.
- Mmm… Dale, compro el plan.

Compramos unos chocolates y volvimos a su casa con mi auto.

- Hace mucho frío. –Dijo tratando de prender la estufa.-
- ¿Podes?
- No, anda como el orto. –Dijo con bronca.-
- Tranquila, que puteando no vas a arreglarla.
-Rio.- Es que me vuelve loca, no la puedo prender nunca… Debe estar rota y claramente no tengo plata.

Yo busqué los fósforos en su cocina y me acerqué a la estufa.

- Permiso eh…

Saqué el armazón de la estufa y la revisé.

- ¿Tenes una pinza?
- Sí… ¿La queres?
- Sí, dale.

Paula buscó la pinza y me la alcanzó, yo ajusté unas tuercas y acomodé la perilla que estaba salida, volví a poner el armazón y le dí la caja de fósforos.

- Intenta ahora.

Ella prendió un fósforo y la estufa se prendió al toque.

-Sonrió.- Gracias. –Besó mi mejilla.-
- No fue nada che.
- ¿No queres ver la canilla del baño también? –Rio.-
- ¿Gotea?
- Era un chiste eh.
- ¿Gotea?
- Sí. –Rio.-

Y no la dejé responder, fui a arreglarla y pude… Aunque no tenía ni idea de esas cosas.

- Para que veas que tener un hombre en tu vida no es tan malo como parece… Tercer favor del día. –Hice una pausa.- Y favor con favor se paga.
-Rio.- ¿Y cómo sería eso?
- Se me ocurren muchas cosas. –Dije acercándome a ella.-
- ¿Muchas?
- Sí…
- Pero compramos los chocolates.
- Los podemos comer en otro momento los chocolates… ¿No te parece?
- Mmm… Podría ser.
- Re contra podría ser.

Y la tomé por la nuca, para besarla.

- Me parece que la mejor opción es dejar los chocolates para otro momento. –Dije sin dejar de besarla.-
- Mmm… -Y deslizó sus manos desde mi nuca hasta mi cintura.- ¿Vos decís?
- Yo re digo.

Reímos y la hice caer en la cama, sin dejar de besarla.

- Extrañaba mucho tu piel… -Dije bajando con besos por su cuello hasta llegar a su pecho.-
-Suspiró con una sonrisa.- Te juro que ya dudo que haya algún hombre que pueda hacerme sentir así de bien con sus besos.
- Eso sonó demasiado lindo.
-Rio.- Cuando me haces bajar la guardia no puedo evitarlo.
- Lo voy a hacer más seguido. –Dije y quité su remera.-
- No seas malo.
- No soy malo. –Y continué con los besos.-
- Sí sos malo.
- No… -Y mordí su cuello, ella gritó.-
- ¿Ves que sos malo?

Reímos y tironeándome del pelo hizo que vuelva a su boca.

- Tene cuidado conmigo. –Y ahora mordió mi labio.-
- ¡Vos tene cuidado! –E hice lo mismo.-

Paula hizo que diéramos media vuelta y quedó sobre mí, quitó mi remera y con sus manos masajeó por completo mi cuerpo desde mi cintura hacia arriba.

- Estás demasiado bueno. –Dijo tirándose sobre mí y volviendo a mi boca.-
- Vos también estás demasiado buena. –Dije desabrochando su corpiño.-

Hice que se arrodillara sobre el colchón, yo hice lo mismo y llené de besos y saliva su delantera mientras ella sostenía su cuerpo con sus manos sobre el colchón.

Sin dar demasiadas vueltas, estábamos desnudos los dos, sintiéndonos.

Nos habíamos extrañado y de eso no cabían dudas.

Su respiración agitada en mi oído y sus uñas clavándose en mi piel eran la señal prefecta de lo bien que la pasábamos en aquella situación.

-

Estaba recostada a su lado, aún desnuda y tapada con las mantas. Pedro se escondió debajo de ellas y llenó de besos mi cuerpo.

- Así no voy a poder volver a la realidad nunca. –Dije acariciando su nuca.-
- ¿Y quién te dijo que quiero que vuelvas? –Y tomándome por la nuca, hizo que nos besáramos.-

Pedro siguió con los besos durante un largo rato y nos quedamos dormidos los dos.

Me desperté en medio de la madrugada, me vestí porque moría de frío y me fumé un cigarrillo tratando de encontrar la calma que claramente no encontré.

Busqué mi campera y salí del departamento, corrí hacia la playa y me senté mirando el mar.

Estaba demasiado complicada, conmigo, con él y con el mundo.




-


Últimos quince capítulos...

4 comentarios: