miércoles, 16 de marzo de 2016

Veintiocho.

Esa noche, ella estaba en mi cama y yo me acerqué allí.

- ¿Puedo dormir acá? –Pregunté.-
- Pensé que eso estaba claro.
- No sé, capaz te incomoda… Es chica la cama.
- Te suplico que te quedes.

Yo sonreí y me acosté a su lado.

- En serio, me hace bien tenerte cerca.
- A mí también. –La besé.- Intenta descansar ahora.
- Voy a tratar.
- Dale, yo te hago mimitos hasta que te quedes dormida.
-Sonrió.- No podes ser tan tierno. ¿Te das cuenta?
- Quiero que estés bien.
-Suspiró.- No duermo hace varias noches.
- Por eso mismo, tenes que descansar…

Paula cerró sus ojos y se acurrucó.

- Gracias por no desconfiar, por no mandarme a la mierda… Gracias por cuidarnos.
-Besé su frente.- Siempre Rastita.
-Sonrió.- De verdad te lo digo.
- ¿Tenías miedo de qué?
- De que desconfiaras, ibas a tener razón.
- Sé que tus ojos no mienten.

Y yo lo miré con una sonrisa.

- Si en algún momento tenes dudas, yo no…
-La callé posando mi dedo índice en sus labios.- Sacate esa idea de la cabeza.
- ¿Seguro?
- Sí. –La besé.- Sacate todas las cosas negativas de la cabeza.
-Rio.- Eso va a ser jodido.
- Podrías empezar por dormir ahora… ¿No?
- Mmm… Sí.

Ella cerró sus ojos y yo acaricié su mejilla.

- ¿Estás bien? ¿Tenes calor, frío?
-Rio.- Estoy bien, no te preocupes.
- ¿Segura?
- Sí, tranquilo.

Besé su frente y susurré en su oído:

- Estoy muy feliz, a pesar de todo.
-Sonrió.- Yo también.
- Descansa, dale. –Besé su cuello.- Te amo.
- Te amo Pedro.

Me acomodé de costado, sosteniendo mi cabeza con mi brazo y comencé a recorrer su cuerpo con mi mano.

- Relajate y descansa.
-Sonrió.- Gracias.
- No hay nada que agradecer.

Después de un largo rato, Paula se quedó dormida y yo, aunque quisiera, no podía dormirme.

Me senté en la silla del escritorio sin dejar de mirarla en medio de la penumbra.

Me sentía muy chico, demasiado chico… Pero, a su vez la noticia me hacia feliz, sobre todo porque era con ella.

Con ella quería estar para siempre.

Y por supuesto que con nuestro bebé también.

Suspiré profundamente y cerré mis ojos, tratando de imaginar nuestro futuro: los tres juntos en la playa. Sonreí con algunas lágrimas y me dí cuenta que no había mejor elección que ellos.

- Pedro… -Dijo súper dormida.- ¿Qué pasa?
- No me podía dormir.
- Veni…
- No quiero molestar.
- ¡No molestas!
- ¿Segura?
- Muy segura.

Yo sonreí y volví a la cama con ella.

- ¿Estás llorando?
- Sí, un poco.

Paula me abrazó contra su pecho y comenzó a jugar con mi pelo.

- Me imaginaba a los tres en la playa.
-Sonrió y besó mi cabeza.- No vale matarme de amor.
- Es raro escucharte así.
-Rio.- Para mí también es raro.

Me separé un poco de ella y nos sentamos frente a frente en la cama.

- ¿Cuándo cambiaste tanto?
- Vos me cambiaste.
- ¿Por eso me mandaste a la mierda?
-Rio.- Perdón… Pero, en ese momento no podía.
- ¿Y ahora podes?
- No sé si estoy del todo preparada, te soy sincera, pero… Hay alguien que me hace notar que tiene que ser ahora. –Dijo tocando su panza.-
- Te juro que en el fondo lo sabía.
- ¿Qué cosa?
- Que ibas a venir en algún momento.
- Wow, cuánta fe te tenes.
-Reí.- Sabía que lo nuestro no era algo al pasar.
- Al parecer no. –Dijo mirando su panza.-

Uní mi mano derecha a las suyas y nos sonreímos.

- Perdón que sea insistente… ¿Pero de verdad dejarías todo?
- Sí Pau.
- Puedo venir yo….
- Mmm… Me convence más ir para allá.
- ¿Y tu familia?
- Mi familia está cada vez menos acá.
- Igual Pedro.
- ¿Es muy apresurado si digo que ahora mi familia son ustedes?
-Sonrió.- No sé, pero si sé que es muy lindo.
- Pensemos en lo que nos hace bien a nosotros, no en el resto… ¿No te parece?
- Sí, me parece.
- Capaz lo mejor ahora es dormir.
- Vos eras el que estaba despierto.
-Reí.- Ya sé.

Paula tomó mi mano e hizo que nos acostáramos.

-

Salimos del médico y me sentía como si estuviese levitando.

Era una mezcla de infinitas sensaciones la que me recorría el cuerpo.

Tenía un embarazo de 14 semanas y estaba todo perfecto.

Pedro me abrazó por la espalda y besó mi cuello.

- 14 semanas es mucho. –Me dijo riendo.-
-Reí también.- Sí, no pensé que era de tanto.
- Por algo ya se te nota.
- Vos lo notas.
- ¿Vos no?
-Reí.- No, será que siempre fui muy flaca.

Pedro posó mis manos en mi panza.

- Lo importante es que están bien.
-Sonreí.- Sí.
-Besó mi mejilla.- ¿Vamos a mi casa?
- Sí, dale.

En la casa de Pedro vimos una y mil veces la ecografía…

Nunca hubiese creído estar pasando por esto… Como si fuese por arte de magia el miedo desapareció y la felicidad me invadió.

(Y ojala eso durara)

Almorzamos con Pedro y luego estábamos en su habitación.

- El primer paso ya está. –Dijo.-
- ¿Y cuál sería el segundo?
- Hablar.
- ¿Con…?
- Nuestros viejos Pau.
-Suspiré.- Prefiero saltar al tres.
- ¿Por qué?
- No quiero que mis viejos se pongan pesados.
- Van a ser abuelos.
- Sí, ya sé.
- Además, yo tengo que contarles otras cosas…
- Siento que tus viejos me van a odiar.
- No pienses eso.
- Pero…
- Pero nada. –Me besó y yo reí.-

5 comentarios: