lunes, 21 de marzo de 2016

Treinta y tres.

“Nunca creí que en tan poco tiempo podía vivir tantas cosas y tan opuestas… ¡Todas juntas!

Es real que al principio me moría de miedo, miedo de no poder cuidarte ni de amarte como te mereces… Pero, hoy te miro y me doy cuenta que amarte más me dolería.

Nunca creí que sentirme atada a alguien iba a ser tan lindo.

Desde esa primera vez que te tuve en brazos hasta hoy (que fueron pocos días) me doy cuenta que tenerte acá es todo lo que necesito.

Perdón si alguna vez no pude o si dejé que el miedo me ganara… Es difícil cuando de repente todas tus supuestas estructuras se caen sobre tu espalda, pero todo es más fácil cuando tus ojitos me buscan.

Te prometo que este amor es para siempre, que mamá siempre va a estar acá para vos mi amor.

Te amo infinitamente.

Mamá.”


Santi estaba hecho un bollito durmiendo, con su mejilla apoyada en su bracito en una punta de mi cama. Yo estaba sentada en el suelo, frente a él, tan solo mirándolo.

Mi mano acariciaba su espalda y me daba cuenta que podía pasar eternas horas así, con él.

- Amor… ¿Qué haces en el piso? Tenes los puntos todavía.
- Sí, ya sé…

Pedro se arrodilló detrás de mí y besó mi hombro.

- Pero, necesitaba estar así.
- Tengo miedo de que te hagas mal. –Me abrazó por la cintura.-
- Estoy bien.
- ¿Segura?
- Sí…
-Besó mi mejilla.- Estás al borde de las lágrimas.
-Sonreí.- Sí, pero es por este gordito. –Y tomé su manito.-
- Pero anda a la cama, dale.

Pedro me tomó por la cintura y me ayudó a levantarme, yo me acomodé en la cama mientras él tomaba a Santi en sus brazos y lo acostó sobre mi pecho.

- ¿Te quedas? –Le pregunté tomando su mano.-
- Obvio que sí, no hay nada más importante que quedarme con ustedes.

Yo sonreí y apreté su mano.

Sin buscarlo, me largué a llorar y besé la cabeza de mi hijo.

- No llores che.
-Reí.- Estoy muy… Movilizada. Nunca creí que iba a pasarme esto.
- Me encanta haber llegado a tu vida para romper todas tus estructuras.
- Me diste vuelta el mundo… Los dos en realidad.
-Pedro me besó.- Vamos a estar siempre acá para tener tu mundo patas para arriba.
- Te lo suplico.

Pedro me abrazó por el costado y posó su mentón en mi hombro, ambos mirábamos a Santino.

- Me mata sentirlo respirar tan tranquilo. –Dijo.-
-Sonreí.- A mí me mata con tan solo mirarlo, me tiene embobada.
- Es que es hermoso como su mamá.
-Reí.- Ojala salga un poco menos loco.

Y en ese momento, Santi abrió sus ojitos y yo sonreí.

Lo acomodé sobre mi brazo, para que quedara mirándonos y besé su frente.

- Hola mi amor… -Susurré y él posó su manito en mi pecho.- Hola Santi.

Pedro buscó su piecito y lo acarició.

- Se despierta con tanta paz que quiero llenarlo de besos. –Me dijo.-
- ¿Algo te impide llenarlo de besos?
- Mmm… No.

-

Paula me pasó a Santi y yo lo acosté boca arriba sobre mis piernas. Entre los dos lo llenamos de besos y fue en ese momento cuando me dí cuenta que quería que esto sea eterno.

Pau volvió a tomarlo en brazos cuando empezó a pedir la teta y lo amamantó.

- ¿Mañana ya vas al negocio?
- ¿Por?
- Porque mañana me sacan los puntos, pero no pasa nada…
- Me fijo si puedo acompañarte.
- Por favor, sobre todo por él.
- Obvio. –La besé.- ¿Es a la mañana, no?
- Sí.
- Ahora llamo y veo si puedo entrar más tarde.
-Sonrió.- Gracias. –Nos besamos.-

Santino había nacido en una cesárea de urgencia porque Pau había tenido presión alta, si bien nos asustamos bastante, hoy estábamos los tres en casa y llenos de felicidad. (y por supuesto que de amor)

Luego de arreglar con mi jefa que al día siguiente entraría un rato más tarde a trabajar, preparé algo para comer y me acerqué al cuarto.

Paula terminó de cambiar al bebé y cenamos en la cama.

- Me parece que es hora de dormir che… -Dijo acariciando la nariz de Santi.- ¿Qué te parece? –Besó su frente.- ¿Eh?

Luego de amamantarlo, Santi se quedó dormido. Entre los dos acomodamos las cosas que habíamos usado para cenar y volvimos al cuarto.

El peque dormía en su moisés y Pau ni bien se acostó, cerró sus ojos.

- ¿Estás muy cansada?
-Rio.- Sí… Pero no quiero dormir.
- ¿Por qué?
- Porque quiero estar un rato con vos. ¿Se puede?
-Sonreí y besé su frente.- Obvio que sí, pero si tenes sueño…
- Necesito tus mimos.
- ¿Estás bien?
- Sí, es solo que estoy sensible.
- Mmm… -Dije acariciando su cuello.-
- En serio nene.
- Vení entonces.

Hice que apoyara su cabeza en mis piernas y comencé a jugar con sus rastas y a acariciar su cara, su cuello, sus brazos…

- Haces magia. –Me dijo mirándome.-
-Sonreí.- Aprovecha a dormir antes de que se despierte el gordo.
- Es verdad, pero vos también.

-

Nos quedamos dormidos y en medio de la noche Santi se despertó llorando más que nunca… No podía creer como lloraba tanto siendo tan chiquitito.

Lo cambié, intenté darle la teta, lo paseé por toda la casa, me acosté con él… En fin, hice todo y nada funcionaba.

- ¿Qué le pasará? –Pregunté un poco asustada.-
- Capaz le duele algo.
- ¿Qué?
- No sé Pau, vení…

Yo me semi-acosté en la cama y lo acomodé a él sobre mi pecho y boca arriba.

- Quedate con él, en algún momento se le va a pasar.
-Suspiré.- No me gusta que llore así.
- A mí tampoco, pero no podemos adivinar lo que le pasa.

Yo besé su cabeza y comencé a masajear su pecho.

- Tranquilo bebito. –Susurré en su oído.-

-

Esa madrugada, después de lograr tranquilizar al gordito y a Pau, dormimos un rato más.

A la mañana desayunamos juntos, Santi tomó la teta y los acompañé al médico.

Le sacaron los puntos de la cesárea a Pau y ya habíamos salido.

- Anda amor, nosotros volvemos caminando.
- ¿Seguro?
- Sí, está lindo al solcito… Además, en el camino seguro se duerme. –Dijo acomodándolo en el cochecito.-
- Avisame cuando estén en casa.
-Sonrió.- Dale.

Yo le dí un beso a Santi y acomodamos el plástico en el cochecito, lo usábamos siempre porque al estar cerca de la playa casi siempre volaba arena.

- Chau amor. –Me dio un beso.-
- Nos vemos Rastita. –Reímos y nos dimos otro beso.-




-

Últimos dos capítulos!

6 comentarios: